En los pueblos del Castellón vacío el diagnóstico es compartido y las soluciones, también. Sus habitantes se quejan de las trabas burocráticas para abrir negocios y explotaciones ganaderas, de que pagan tantos impuestos como los que viven en la ciudad pese a que no reciben los mismos servicios. También de vivir olvidados. Con sus pensiones, y cada vez menos con sus trabajos, mantienen las constantes vitales de este enfermo rural que sufre una sangría demográfica. Porque el Castellón que se queda vacío se queda también sin trabajadores. Tanto que 47 municipios de la provincia ya tiene más jubilados que profesionales afiliados a la Seguridad Social. Otro récord.

El mal no es solo provincial. En España ya se contabilizan 1.851 municipios, un 25% del total, donde hay más jubilados que personas trabajando allí afiliadas a la Seguridad Social. La cifra sube hasta un tercio de los municipios del país (2.129) si se incluyen las localidades donde la relación es de un trabajador por cada jubilado. Pero en Castellón el porcentaje todavía es más alto: el 35%. Una consecuencia más de la crisis demográfica, el despoblamiento y el envejecimiento.

La fotografía que surge del cruce de los datos de pensiones y de empleo a nivel local (cifras del Ministerio de Trabajo de mes de octubre del 2018) es nítida y muestra una provincia envejecida y con un problema de despoblación y empleo concentrado en un puñado de municipios. También es la base del sistema de pensiones que, administrado a través de una caja única estatal de la Seguridad Social, intenta mantener la solidaridad entre las diferentes partes del territorio a pesar de sus diferencias.

Aunque en el conjunto de la provincia hay 2,2 trabajadores que aportan al sistema de cotizaciones de la Seguridad Social por cada pensionista, una de cada tres localidades de Castellón ya tienen más jubilados que trabajadores. Pero es que, además, en otras 44 no se llega al mínimo de dos afiliados por cada beneficiario de una paga por jubilación, una ratio imprescindible para el mantenimiento del sistema público de pensiones.

LAS ‘MANCHAS’, EN EL INTERIOR

En Castellón, con una tasa de empleo del 49% (cifras de la EPA del cuarto trimestre del pasado año), las manchas se concentran, sobre todo, en las comarcas más alejadas del mar, unas zonas en situación letal debido al éxodo de las generaciones en edad laboral. Y ejemplo hay muchos. Alfondeguilla es uno de ellos. Esta localidad tiene 91 trabajadores que cotizan a la Seguridad Social y 191 jubilados. Es decir, más del doble. En Ayódar, con 164 vecinos, la diferencia todavía es más grande: 18 afiliados y 58 jubilados.

Hay municipios donde los jubilados ganan por goleada a los trabajadores y hay otros que se acercan peligrosamente a esta situación. Es el caso de Benàfer, que tiene igual número de cotizantes que pensionistas. Cirat, por citar otro ejemplo, puede presumir de contar con más cotizantes, pero por muy poco: solo cuatro más.

Frente a todas estas localidades del interior hay otras, como la capital, donde la ratio es muy distinta. En Castelló se contabilizan 88.110 cotizantes frente a 22.557 jubilados, mientras que en Vila-real son 18.701 los afiliados y 6.230 los vecinos que viven de una pensión de jubilación.

El presente es poco halagüeño, el futuro inmediato no anticipa una mejora. Los repuntes en la natalidad, de momento, ni están ni se les espera y la esperanza de vida no cesa de crecer. En Castellón ya se sitúa en 82,6 años, ocho más que hace 40 años.