La agricultura es el arte de saber esperar». Evidentemente, cuando el escritor italiano Riccardo Bachelli escribió esta frase estaba pensando en el crecimiento lento pero constante de las hortalizas y los árboles frutales y no en la situación actual de un campo castellonense que ha perdido la paciencia. La de ayer en Nules, que reunió a más de 6.000 personas, y Benicarló, donde se juntaron otras 600, fue una demostración de fuerza de un sector que convocado por la Plataforma per la Dignitat del Llaurador exigió a las administraciones que se impliquen para garantizar rentabilidad y futuro a los agricultores.

La naranja explica muchas cosas del pasado de Castellón. También del presente, puesto que cada campaña emplea a algo más de 20.000 personas. En cuanto al futuro, pinta más oscuro, pero los distintos actores del sector agrario tienen claro que esta temporada ha servido para «evidenciar que la citricultura necesita cambios urgentes». Así se expresó el portavoz de la plataforma convocante, César Estañol, que puso el acento en la «unidad» que ha logrado una entidad que agrupa a sindicatos agrarios, empresarios y cooperativas y ayuntamientos. «Es un momento de transición, así no podemos seguir y a partir de ahora las administraciones tendrán que escuchar las demandas», dijo Estañol minutos antes del inicio de la manifestación.

EN PIE DE GUERRA // Ya en el acto, y tras la lectura del decálogo de propuestas, en nombre de la plataforma tomó la palabra el presidente de Intercoop, Juanvi Moros, que en un encendido discurso defendió que el movimiento en defensa del campo valenciano «ha venido para quedarse». «Si queremos ser algo no podemos callar más, si no nos hacemos escuchar estamos condenados a la desaparición», aseguró el burrianense.

El alcalde de Nules, David Garcia, añadió que la que fue ya la tercera movilización de citricultores en la presente campaña tendrá continuidad en el tiempo y aseguró que la próxima protesta tendrá lugar en València. La fecha, indicó el primer edil, se conocerá en menos de un mes.

AYUDAS Y AVISO A EUROPA // A grandes líneas el mensaje del sector pasa, según el decálogo de propuestas que se leyó no solo en Nules y Benicarló sino en el resto de manifestaciones organizadas por toda la Comunitat, por dos cuestiones. La primera es la petición de ayudas directas a los pequeños agricultores, que han visto cómo 220.000 toneladas de clementinas se quedaban sin recoger en Castellón. La segunda, la exigencia a las instituciones europeas de renegociar «todos los acuerdos firmados con terceros países» y de mejorar los controles para garantizar la reciprocidad de los cítricos que entran en el Viejo Continente y que cumplan los mismos requisitos que la fruta valenciana.

A pie de calle, muchas pancartas pusieron el foco en los tratados comerciales. «Los acuerdos internacionales matan al sector agrícola español», se podía leer en una, mientras otra exigía la «anulación ya» de esos acuerdos. También hubo varios rótulos y consignas lanzadas desde el balcón del Ayuntamiento que directamente decían «no al libre comercio».

CONVENCIÓN // Horas antes de la protesta, el president de la Generalitat, Ximo Puig, se había mostrado partidario de no hacer «más performances» sobre la crisis citrícola y de «avanzar realmente en la solución del problema y que los agricultores tengan las rentas que se merecen». El jefe del Consell pidió «no hacer más demagogia» con esta cuestión y «llegar a todos los frentes», ya que no es únicamente un problema de importaciones sino de impedir que entren cítricos con productos fitosanitarios no controlados porque podría dar lugar a plagas.

Puig anunció que este fin de semana se celebrará una convención citrícola en la Comunitat Valenciana en la que participará todo el sector y a la que también asistirá el ministro de Agricultura, Luis Planas, para buscar «cambios estructurales». Además, el 7 de marzo habrá otra cumbre en Madrid entre el Ministerio y la interprofesional Intercitrus.