Sanos y salvos. Los 13 voluntarios de la oenegé castellonense Youcanyolé retenidos en Nairobi (Kenia) ante la imposibilidad de un vuelo de vuelta están ya en casa, después de 78 horas de peripecias, aventuras y «falta de información constante» de lo que estaba ocurriendo con sus vuelos y de lo que podía ocurrir. Tensión, preocupación, nervios, esperas eternas en los aeropuertos... sin saber qué pasaba, y qué es lo que podía pasar. Sin respuestas a una pléyade de interrogantes que se cernían a cada sí o cada no del personal de los aeropuertos.

Miguel Medina, presidente de la oenegé, junto con María Dolz, Inmaculada Felip, Rafa Brisach y Marc Brisach relataron ayer a Mediterráneo las desventuras de su accidentado regreso.

«Teníamos que volver en la madrugada del jueves al viernes y nos cancelaron el vuelo para programarlo el sábado, y cuando nos preparábamos para volar, nos dicen que este también está suspendido, y como argumento esgrimen problemas de seguridad», relata María Dolz. Era el inicio de un lance no esperado ni deseado. «El problema era que la gente que nos informaba no sabía nada», asevera Dolz.

Y es ahí mismo cuando se pone en marcha la maquinaria del Consulado. El cónsul de España en Nairobi, Jaime Hermida, ha sido determinante. «Desde el primer momento se ha volcado con nosotros, para conseguir un vuelo a Casablanca», manifiesta Miguel Medina. «Gracias a la presión del cónsul, y también del representante diplomático español en Casablanca estamos aquí», indica Medina, «Al final pudimos coger un avión a Casablanca el domingo a las 11.00 horas» (12.00 horas en España). «Fue pesado, sobre todo cargar con el material de un sitio a otro, del hotel al autobús y viceversa, y del bus al aeropuerto».

«SIN L'ANUNCI»

Pero ambién la angustia de no saber «cuándo volveríamos». La mayoría trabajaban el lunes, pero la morellana Elena Málaga, que tenía pensado regresar el sábado para asistir a l’Anunci --«con gran ilusión»-- y al que, con lágrimas en los ojos, tuvo que renunciar al comprobar que pasaban las horas retenida en Niarobi.

Pero, con la llegada al aeropuerto Mohamed V de Casablanca no se acabaron los problemas. «No teníamos billetes para Madrid, y, aunque pudimos facturar el equipaje, no nos aseguraban que podíamos volar», cuenta el presidente de la oenegé.

«Nos decían primero que sí, y después que no, y así reiteradas veces», vuelve a explicar Dolz. «Por fín, pasadas las 19.00 horas, y corriendo todos hacia la puerta de embarque, sin billete, pudimos despegar, rumbo a España, a Madrid».

Miguel Medina confiesa que «en estas situaciones intentas mantener la calma; pero al final explotas, sobre todo, por la inseguridad que te da no saber que está pasando, y teniendo en cuenta que después de tres semanas de intenso trabajo atendiendo a más de 4.500 personas, primero en Tanzania y después en Kenia, quieres ya regresar a casa, y que todo vaya bien» «Llegamos a pensar que la Royal Air Maroc, la compañía con la que íbamos a volar, estaba en quiebra y por eso teníamos estos problemas», subraya.

ASUNTOS EXTERIORES

No obstante, Medina hace hincapié en la presión de los cónsules y de Asuntos Exteriores. «Está claro si nuestra retención en Nairobi salía en los medios de comunicación nuestro problema podía resolverse mucho más pronto», concreta el presidente de la oenegé.

La expedición castellonense estaba conformada, además de los ya citados cooperantes, por Alberto Celades Puerto, Jorge Pla Carot, Sandra Torquemada Arribas, Josep Lluis Miralles castro, María Ballesteros Tena, Raúl Mingol Cirrales y María Luisa Arribas Jiménez.

Medina afirma que no se consideran héroes. «Lo verdaderamente importante es la labor que hemos realizado durante tres semanas en una zona del mundo donde hay tantas carencias y necesidades». «Por eso fuimos allí», concluyó.