La operación para la entrada del grupo inversor Atitlan en Obinesa se ha cerrado finalmente y lo ha hecho en apenas unos meses, puesto que el origen de las primeras negociaciones tuvo lugar en enero pasado.

Las posibilidades de entendimiento con Atitlan llegaron a primeros de este año y en marzo se iniciaron ya las conversaciones con las entidades financieras que llegarían a fructificar en agosto, con la firma de las bases del acuerdo rubricado ahora por todas las partes, lo que posibilitó que en septiembre ambas empresas ya empezaran a trabajar de manera conjunta.

Una operación relámpago dada su extrema complejidad, puesto que todo el proceso se ha iniciado y resuelto en un mismo año, además de poder preparar a la compañía para un nuevo ejercicio presupuestario con un cambio sustancial en el reparto accionarial y con la vista puesta ya en la elaboración de un plan estratégico de grupo que le permite suscribir el guión sobre el que basará sus objetivos de crecimiento durante los próximos años.

Fruto del acuerdo, Obinesa, cuyos orígenes se remontan a 1950 de la mano de su fundador Luis Batalla, pasa a ser un grupo financieramente solvente, que se reposiciona como una compañía dotada de capacidad para entablar nuevos objetivos en materia de inversiones.

De otro lado, el grupo inversor Atitlan aporta en esta operación sus habilidades y conocimientos en materia de gestión, que pretende profundizar en el campo del desarrollo industrial y que ve en la experiencia y la diversificación del holding castellonense una buena oportunidad para sus objetivos en el campo de la economía productiva, según señalan fuentes próximas a las negociaciones.