Florin es un ciudadano de origen rumano que trabajó en el sector de la construcción durante los años previos a la caída inmobiliaria. Los rigores de la crisis y el paro le obligaron a regresar a su país en el 2012, pero volvió a Castellón en el 2016 y, al calor de la recuperación, encontró empleo en el mismo sector. Su caso no es aislado, sino que es una tendencia en la provincia, hasta el punto de que los extranjeros afiliados a la Seguridad Social alcanzaron en marzo los 32.508, una cifra que supera la del mismo mes del 2009, cuando España entró de forma oficial en recesión. En aquel momento había en Castellón 29.975 foráneos empleados y cotizando.

El responsable de Acción Sindical y Empleo de CCOO Comarques Nord, Albert Fernández, indica que en el caso de las comunidades más numerosas, como las de rumanos, marroquís o de países suramericanos, «muchos volvieron a sus respectivos lugares de origen, pero no perdieron el contacto con Castellón». Entre otras cuestiones, porque otros compatriotas nunca dejaron la provincia pese a la dificultad de encontrar un empleo entonces.

Tanto el dirigente de CCOO como el secretario general de UGT, Francisco Sacacia, apuntan que los sectores que más inmigrantes emplean en la provincia son la agricultura, la construcción y los servicios (en este caso, sobre todo mujeres). No obstante, una de las novedades de los últimos años es que la falta de médicos de familia lleva a hospitales y clínicas a tener que contratar galenos foráneos, en su mayoría suramericanos, debido a la proximidad cultural y la facilidad de adaptación a la provincia.