Ocurrió lo inesperado. Un alcalde socialista para la ciudad de Castellón. Ni los más avezados observadores políticos contaban con esta circunstancia, ya que casi todos hicieron favorito al candidato por la UCD al consistorio de la capital de La Plana, Vicente Petit, un economista que desarrollaba su profesión en la refinería de Petromed, la antigua ESSO, y que había sido concejal en la corporación saliente que presidió Vicente Pla Broch. Pero una sagaz campaña de los socialistas, la imagen de ruptura con el pasado que presentaron sus candidatos y en especial el cabeza de lista, Antonio Tirado, les hizo llevarse la alcadía castellonense con una importante ventaja de votos respecto a los centristas.

Antonio Tirado era un joven abogado que había militado en las filas del Partido Socialista Popular del profesor Enrique Tierno Galván y desde esta formación había pasado al PSOE de Felipe González, en el proceso de unificación que desarrollaron las distintas familias y sensibilidades socialistas. Tirado fue para los socialistas castellonenses un auténtico mirlo blanco, en un partido trufado de viejos militantes y aún en 1979 con escasos cuadros intermedios que pudieran garantizar la nueva imagen de juventud y frescura que el PSOE reflejaba a nivel nacional con su líder Felipe González.

El PSOE presentó una lista en la que estaban presentes las distintas familias del socialismo local, con importante presencia de la UGT. De esta forma, figuró como segunda de la lista municipal la profesora de arqueología del Colegio Universitario, Carmen Olaria, procedente, al igual que su marido, el arqueólogo Francesc Gussí, del ala más izquierdista del PSOE castellonense. Le seguía el médico Miguel Bellido Ribés, muy conocido en Castellón por su vinculación con el mundo de la cultura y las fiestas, y otro galeno, el antiguo director provincial de Sanidad, José Luis Villamarín, se iba a convertir en la mano derecha del alcalde Tirado. Otros concejales que iban a desarrollar labores de gobierno fueron Pepe Vicent, quien se hizo cargo de la Junta Central de Festejos de la Magdalena, José Beltrán Turch, un aparejador que acabaría siendo responsable de Bomberos, y Paco Solsona, uno de los más veteranos militantes socialistas procedentes de la UGT que se hizo cargo de la hacienda municipal.

La sorpresa en aquellos primeros comicios municipales la protagonizó Esquerra Independent de Castelló, que obtuvo dos ediles, entrando en la corporación el profesor Vicent Pitarch, muy vinculado con las entidades culturales como el Centre Excursionista, y Ricard Colom, quien, procedente de los movimientos sociales más alternativos, se hizo cargo de la Policía Municipal.

Por parte del Partido Comunista, obtuvieron el acta de concejal Josefina López Sanmartín, que al regresar de su largo exilio en el Este de Europa fijo su residencia el Grao de Castellón. Josefina López fue esposa del histórico dirigente comunista Fernando Claudín y como concejal se hizo cargo del distrito marítimo. También entró como concejal el joven abogado Albel Martí, como edil de Juventud en un consistorio que nació con la pretensión de romper con el pasado.

En los bancos de la oposición se sentaron los concejales de la UCD encabezados por Vicente Petit y entre los que se encontraba el doctor Vicente Albiach, el abogado Miguel Villalonga, Joaquín Farnós, que pasaría a ser presidente de la Diputación provincial, el médico Vicente Vilar Lambiés, quien también pasó a ser diputado provincial, Pepe Navarro Gauchía, muy vinculado a las fiestas, Abilio Lázaro, el agricultor Guillemo Pardo, y Pepe Falomir, que en la UCD representó a los vecinos del Grao.

Por Coalición Democrática, la formación que lideraba Manuel Fraga, entró en el Ayuntamiento el abogado José María Escuín, quien se integró en el equipo de gobierno como concejal procurador de Lledó y delegado de Ermitas.