La suspensión de la Magdalena y las Fallas solo fue la punta del imponente iceberg en el que se ha convertido la crisis económica derivada de la sanitaria a medida que han ido transcurriendo las semanas. Para estimar las pérdidas que está generando la progresiva suspensión de todas las fiestas a lo largo y ancho de la provincia de Castellón no solo hay que mirar a quienes tradicionalmente se ha relacionado con este sector: pirotécnicos, ganaderos, músicos... Y es que algunas empresas de alimentación también cuentan el año en negativo. Como aseguró Eva Vallés, jefa de ventas de Cobecas --distribuidora de bebidas en la provincia-- el ejercicio económico del 2020 «va a ser catastrófico».

Las neveras y almacenes llenos que se convirtieron en devoluciones en la Magdalena fue el principio, después llegaron las Fallas, Semana Santa y todas y cada una de las fiestas que activan un sector que no acaba de remontar incluso con la apertura de las terrazas «que han dado un poco de vida», pero nada arregla ya el desaguisado de los primeros meses.

Una opinión similar le merece la actual tesitura a Antonio Mangriñán, propietario de un comercio y empresa suministradora de frutos secos y dulces. «En este negocio, una pata fundamental son las fiestas, sin ellas calculamos que vamos a facturar un 30% menos que el año pasado», afirma.

Las fechas de caducidad se han convertido en un verdadero lastre para quienes tenían una previsión de venta que se ha reducido tan drásticamente. Por bien que fuera el próximo medio año, «ya no es posible compensar».