Si hasta hace poco lo más habitual era pasar una quincena de alquiler en un piso de la playa, como Benicàssim, a precios desorbitados en agosto, el covid-19 ha trastocado el mercado inmobiliario con arrendamientos que abarcan más meses, más allá del verano, por un presupuesto algo más económico al tratarse de contratos largos.

Así lo atestigua el presidente del Colegio de Agentes Inmobiliarios de Castellón, (Coapi), Francisco Nomdedéu, quien explica que «está pasando que esta temporada de verano hay una preferencia por alquileres de larga estancia, tanto por parte del cliente como del propietario». Y apunta que son residentes de la propia provincia, castellonenses que buscan «pasar más tiempo como inquilinos en una propiedad con espacios más abiertos y ventilados, y con zonas verdes, preferiblemente», frente a su vivienda habitual. Todo ello muy condicionado por la crisis del coronavirus y la búsqueda de este tipo de inmuebles tras el confinamiento pasado y la incertidumbre de si se volverá a repetir.

«También se da el caso de muchos dueños de viviendas que han dejado de estar en el alquiler turístico para ofrecerlas para temporadas más largas. Ha bajado la demanda y no quieren tanto trasiego de gente en su vivienda (con desinfecciones cada vez más exigentes, con el consiguiente desembolso económico)», agrega.

En la práctica, el área de influencia urbana próxima a Castellón capital es la que más triunfa. En el litoral, Benicàssim; en el interior, desde la Pobla Tornesa a Borriol, Vilafamés o l’Alcora. «Se dan casos de apartamentos y masías no muy alejadas, arrendadas desde mayo hasta finales de octubre; otros ya desde avanzando el verano hasta octubre también. La casuística es diversa. Pero es casi la mitad del año. Es un alquiler de segunda residencia», puntualiza al respecto Nomdedéu.

En proporción, apunta, los precios también se han ajustado para este nuevo perfil de cliente, que alquila una segunda residencia, para lo cual también se necesita contar con disponibilidad económica, pero se consiguen mejores acuerdos. «No cuesta lo mismo reservar del 1 al 15 de agosto que de julio a septiembre, etc», reseña. Con todo, reconoce que para muchas familias esto supone «un lujo», pues si se prosigue con el gasto de la hipoteca habitual de la vivienda, invertir en este alquiler es un extra, aunque el fondo es la comodidad del núcleo familiar frente a un futuro confinamiento, con herramientas como el teletrabajo que ya hacen más viable trabajar desde la segunda residencia de la playa o la montaña, sea en propiedad o arrendada para la ocasión como un gasto excepcional.

La demanda de contratación de fibra para contar con un internet rápido en condiciones ha experimentado un alza para este tipo de mercado inmobiliario, que ha hecho resurgir el interés, también en la compra, por «pisos con terraza o casas con piscina», detalla.