Tan asociado a Castellón como la colosal figura de El Fadrí o el dulzón sabor de un carajillo cremaet aparece hoy el siempre inquieto y alegre rostro de Armando Portolés, uno de los personajes más entrañables de la ciudad. “Si no estuviera en Castellón, me moriría. De aquí me gusta todo y me siento muy querido”, reconoce. Nacido en la céntrica calle San Francisco un 30 de septiembre de 1959, el jefe de prensa y manegueta -en el mejor sentido de la palabra-, de AFANIAS, bien podría ganarse la vida como periodista o cronista de la capital de la Plana, pues pocos cotilleos escapan a su atenta mirada y privilegiada memoria.

Para eliminar clichés y prejuicios relacionados injustamente con la figura de un discapacitado solo hay que charlar unos minutos con este ilustre castellonero. Apoyado en su madre Encarna Prats Tárrega -a Armando jamás se le escapa un apellido cuando se refiere a alguien-, y en su hermano Pedro Abel, es independiente, aplicado y detallista como pocos. “Todas las mañanas nos trae al centro recortes de prensa de nuestros pueblos o sobre los temas que más nos interesan”, destaca una de sus monitoras, Olga Ventura, a quien un bromista Armando ha ‘rebautizado’ como Olivia. “Siempre nos cambia los nombres. Le gusta pincharnos”, señala Olga con una cariñosa y cómplice sonrisa junto a su popular alumno.

Un día con Armando Portolés

La insaciable sed de información de Armando comienza bien temprano. A las seis de la mañana suena el despertador y su primera tarea es la de encender la radio para repasar la actualidad del día en varias emisoras. Después, invariablemente, desayuna un café con leche y magdalenas, que le da la energía suficiente para comenzar una intensa jornada. Tras repasar de principio a fin todos los periódicos se dirige al centro ocupacional de Penyeta Roja.

En la imagen inferior realizada en el aludido centro vemos a Armando con la ciudad de Castellón a sus espaldas. Unas vistas privilegiadas de la ciudad de las que disfruta a diario:

Ya en AFANIAS, donde está desde las nueve y media hasta las cuatro de la tarde, sus monitoras reconocen que Armando tiene, como cualquier hijo de vecino, sus tareas favoritas y de las que se intenta escaquear: “Es muy bueno con los números. Le encanta sumar, dividir, multiplicar… pero la hora de hacer trabajos manuales ya le cuesta un poco más”. Armando, que a sus 59 años forma parte de esta asociación prácticamente desde la fundación de la misma, solo tiene palabras de agradecimiento para el personal docente: “Aquí estamos como reyes”.

En la imagen inferior le vemos junto a algunos de sus compañeros en el centro ocupacional al que acude a diario:

Cuando suena la campana que indica el fin de las clases, este futbolero recalcitrante aprovecha las tardes para pasear por Castellón o asistir a entrenamientos de un buen puñado de los equipos de la capital de la Plana. El fútbol es su gran pasión: “Intento estar al día de todos los resultados. Si no voy andando, cojo la tarjeta del bus y me lleva donde me da la gana”. En Mediterráneo podemos dar fe de este interés, pues no pasa domingo sin recibir una llamada suya preguntando por tal o cual resultado; una vez conoce la respuesta, no tarda en colgar de una manera tan abrupta como disculpable.

El equipo de su corazón es el CD Castellón, al que anima siempre que puede en Castalia -“como no ganemos este domingo al Alcoyano apaga y vámonos”, lamenta-, aunque no oculta que su simpatía por el Barça: “Cuando juega muchas veces me voy a dormir porque me pongo nervioso y mi hermano si gana, o pierde el Madrid, me despierta para darme esa alegría”.

Muy vinculado con el mundo del fútbol y el deporte de la ciudad, en la imagen inferior le vemos portando la llama de Special Olympics junto al exseleccionador nacional de baloncesto Juan Antonio Orenga:

La Magdalena, su mejor semana

Como buen castellonero, la rutina de Armando Portolés se interrumpe durante la semana de fiestas fundacionales de Castellón. “Soy de los que suben a la Magdalena aunque esté lloviendo a cántaros”, admite el protagonista de esta historia. “Durante esos días ya no preguntamos por él. No se pierde ni un acto y por el centro que no le busquen. Esa semana es sagrada para Armando”, apostilla Olga.

Sus vínculos con la ciudad van más allá de su generación actual, pues como recordó Salvador Bellés en un artículo en este periódico, su tío Vicente, hermano de su ya fallecido padre Abel, fue un conocido músico. Pese a que ya es casi un sesentón, lo cierto es que más allá de unos leves problemas de audición Armando Portolés está como una flor. Castellón puede estar segura por tanto de seguir disfrutando con las andanzas de uno de los personajes más entrañables, singulares y queridos.

Siempre con una imborrable sonrisa en la boca, Armando se despide de los lectores de Mediterráneo, a los que a buen seguro seguirá encontrándose por muchos rincones de Castellón: