Sin saber muy bien porqué, mientras estudiaba periodismo a Joan Royo Gual le picó el gusanillo de vivir en Brasil. “No tenía muchas referencias, ni familiares, ni amigos que vivieran allí, pero me gustaba la música brasileña y empecé a estudiar portugués”, recuerda este joven castellonense, que lleva ya más de seis años viviendo en el país sudamericano. “Es la mejor decisión que he tomado en mi vida. Cuando llegué lo hice sin empleo, pero como en España trabajaba en Europa Press, me surgía alguna colaboración con ellos”, recuerda.

No oculta el periodista que cuando apostó por coger las maletas y emprender el viaje fue “un poco inconsciente. En España estábamos en plena crisis y en mi empresa fliparon un poco porque entonces lo que todos querían era conservar el empleo que tenía, pero pensé que si no lo hacía en ese momento, no lo haría nunca”. No oculta que la cantidad de eventos organizados por Brasil los últimos años le ha ayudado a ejercer su profesión. “He podido cubrir el Mundial de fútbol del 2014 y dos años después, los Juegos Olímpicos. Había mucha demanda informativa de Brasil y eso me ayudó bastante”, confirma el ahora redactor de la agencia de noticias rusa Sputnik y el diario El Mundo.

-¿Te fue fácil la adaptación al país?

-Brasil no se parece en nada a España, y Río de Janeiro, menos a Castelló, pero creo que en otra vida fui carioca porque me adapté muy bien. Me gustó la gente, que es increíble, y me fascinó una ciudad espectacular como Río, que está entre la selva y la playa. Lo que más me gusta aquí es el encanto de la gente, la sencillez de las cosas, todo es muy espontáneo y natural. No hay tanta floritura ni tontería, la gente se queja menos que en España, y mira que tienen motivos para estar amargados, pero siempre están con una sonrisa. Esa es una lección que te llevas para la vida.

-Como periodista y ciudadano de Río de Janeiro, ¿cómo valora la llegada al poder de Bolsonaro?

-A nivel de periodista, mucho trabajo, porque ha habido mucha expectación en un momento histórico para el país. A nivel personal lo veo como un momento muy triste. Brasil ha pasado por una crisis política muy fuerte, con el golpe a Dilma y con Lula en la cárcel, y Bolsonaro ha sido una solución a la desesperada, le han visto como un salvador de la patria, pero lo veo como un suicidio colectivo, como un tiro en el pie y un retroceso a todos los niveles, sobre todo en derechos y libertades de la gente. Es lo que Brasil quería, pero el tiempo pondrá las cosas en su sitio, es un momento muy oscuro, con censura a las artes y a la prensa. Por suerte, Brasil es mucho más que este personaje.

-¿Cuál ha sido la medida más polémica de las adoptadas por el nuevo presidente?

-Para mí, la forma en la que trata la cuestión indígena y la deforestación de la Amazonía. Lo veo muy dañino porque es irreversible. Hay cosas que entran dentro del juego político, pero sus decisiones sociales y medioambientales pueden encontrarse en un punto de no retorno.

-¿Cuál ha sido el momento que más le ha marcado como periodista?

-Pude entrevistar a Dilma Rousseff (imagen inferior) y cubrí la salida de Lula de la cárcel, que fue muy emotivo. Cubrir los Juegos Olímpicos también fue muy divertido. Era un momento delicado para el país, pero por suerte salieron bien. La cobertura más difícil fue en la frontera con Venezuela cuando llegaban miles de inmigrantes, que estaban acampados en las calles, con una pobreza extrema y sin tener sitio donde dormir. También fui al día siguiente de que se rompiera una mina en Brumadinho el año pasado y se murieran 270 personas. Fue muy triste hablar con las familias de las víctimas.

-Uno de los estigmas que acompaña a Brasil y que quizá impide que acoja más turistas es la inseguridad del país. Tú que vives ahí, ¿es para tanto?

-Creo que hay mucha paranoia. Depende de la ciudad y el barrio que estés. Está claro que hay que tomar mil precauciones más que en Castelló, que es una balsa de aceite, pero aquí ves el peligro de otra forma. Tengo un amigo que es policía en Castellón y me dice que habrá uno o dos asesinatos al año. En mi ciudad, Río, solo la policía mata a cinco personas de media al día. Los datos son los que son, pero no me gusta mucho hablar de eso porque ya de por sí Brasil tiene muy mala imagen y la gente viene con miedo. De hecho, se suelen ir con una mejor imagen de la que vienen. La violencia suele estar concentrada en la periferia de las ciudades, en Río, por ejemplo, en las favelas, pero yo viví dos años en una y no es para tanto. Es cierto que había muchos tiroteos, pero a los asustados les diría que cuando vengan se tomen un agua de coco y se relajen.

-¿Qué es lo que más te ha llamado la atención desde que fuiste?

-Lo que más me gusta es el respeto y la admiración que existe por la propia cultura. La variedad musical es increíble y no necesitan escuchar grupos extranjeros, viven de forma autosuficiente.

-¿Qué es lo que más echas de menos de Castellón?

-La mascletà, porque me encantan los petardos, y la comida.

-¿A nivel gastronómico, en qué se diferencia su cocina de la nuestra?

-Aquí hay mucha fritanga. Lo más bueno son los zumos de frutas tropicales. Hay muchos tipos de fruta.

-¿Recomendaríais vivir en Brasil?

-A todo el mundo que venga con los pies en el suelo. Es un país para gente todoterreno, no para finos y ‘especialitos’.

-¿Qué diríais que es imprescindible para visitar?

-Río de Janeiro es increíble (en la imagen inferior, el Carnaval de Río). Después me gustan mucho las cataratas de Iguazú y el noreste del país, con el Parque nacional de los Lençóis Maranhenses, que son unas dunas de arena blanca con lagos increíbles. El Amazonas es mi asignatura pendiente.

-¿Es mucho más elevado el nivel de vida en Brasil?

-Por calidad precio, es de los países más caros de Sudamérica. Una cena buena cuesta el doble que en España y la calidad es normalita.

-¿Cuál es la principal diferencia entre su forma de hacer periodismo y la nuestra?

-Como trabajo de corresponsal no puedo hablar de los medios desde dentro, pero sí es cierto que aquí no existen las revistas del corazón o la telebasura. El sensacionalismo lo hacen más con crímenes y violencia.

-¿Tienes pensado volver a Castellón o piensas instalarte allí?

-Si digo que no a mi madre le da algo (bromea). En Magdalena vuelvo, pero sé que Brasil no es país para viejos. Cuando se me acabe la energía, volveré.

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