Se llama Nuria Latorre y hace 30 años fue una de las 197 mujeres que ingresaron en la Academia de la Guardia Civil de Baeza (Jaén). Fueron las primeras, las pioneras, las que abrieron camino... aunque seguramente cuando cruzaron aquella puerta ni siquiera eran conscientes de la trascendencia de lo que estaban haciendo. «Yo entré con solo 20 años y lo que entonces se respiraba era muchísima ilusión», apunta Nuria, agente del Centro Operativo de Servicio (COS) de la Comandancia de Castellón e integrante de la 94ª promoción de la Guardia Civil, la primera en la que hubo mujeres. Hoy, tres décadas después, la presencia femenina en el cuerpo no es ninguna novedad. En España ya son más de 5.000 y en Castellón, casi un centenar. Pero la noticia, más allá de la efeméride, es que la mujer ya está presente en todas las escalas, empleos, unidades y especialidades de una institución altamente respetada y querida por los ciudadanos y que cuenta con 174 años de historia.

Nuria fue una de las pioneras y su relación con la Guardia Civil es cien por cien vocacional. «Siempre quise ser policía. En aquella época tenía un trabajo en el estaba en contacto con guardias civiles que me hablaban muy bien de la institución, así que me lancé». Tras quince años como instructora de tiro en Baeza, esta tarraconense llegó a Castellón en el 2010. Quería estar más cerca de su familia. Desde entonces trabaja en el COS, un servicio que, entre otras labores, se encarga de recibir las llamadas de los ciudadanos y coordinar la labor de los agentes que están en la calle. «Es una tarea muy intensa», resume.

Del centenar de mujeres que forman parte de la Guardia Civil de Castellón, Mari Carmen López es la oficial de mayor rango. Capitán de la Escala Facultativa Superior (EFS), esta valenciana tenía claro desde muy pequeña que su destino profesioinal era este. Y no paró hasta conseguirlo. Estudió Psicología y llegó a Castellón hace nueve años, tras un tiempo en Guadalajara y pasar por cuatro academias, entre ellas las de Zaragoza y Aranjuez. Como psicóloga, la capitán Mari Carmen López se encarga de la selección de personal, la formación y la atención psicológica tanto a los guardias civiles como a sus familiares. «Es un trabajo muy enriquecedor. Además, estoy encantada de estar en la Comandancia de Castellón, dado que somos como una gran familia», resume.

CIEN POR CIEN VOCACIONAL

Mari Carmen y Nuria llevan 9 y 8 años, respectivamente, en Castellón y la teniente María del Camino Martínez prácticamente acaba de llegar. Lo hizo a mediados del pasado mes de octubre, cuando tomó posesión de su cargo como comandante de puesto del puesto principal de Almassora. Y eso que solo tiene 26 años. Natural de Zaragoza, tras completar su formación y trabajar como docente en la Academia de Baeza, la teniente Martínez se ha marcado dos objetivos muy claros: «Que todo el personal del puesto se encuentre a gusto y que el ciudadano vea respuestas», describe.

La brigada Raquel Dopico es la única que pide no salir en las fotografías. Trabaja en la Unidad de Investigación de la Policía Judicial y el anonimato es clave. Jefa del equipo de investigación de delitos contra el patrimonio, Raquel se encarga de perseguir los delitos que comenten grupos organizados de forma continuada. Entró en la Guardia Civil con 20 años y ha estado, entre otros lugares, en Vinaròs, Peñíscola o la Vall d’Uixó. «Lo mejor de mi trabajo es desarticular grupos criminales. Eso compensa todo lo demás. Lo peor es la falta de medios y también de personal», apunta.

En el puesto principal de Burriana trabaja Marga Trujillo. Lo hace en el grupo especial de seguimiento de la violencia de género. Como muchas de sus compañeras, Marga siempre tuvo claro que su color era el verde. No había matiz posible. Ingresó en la Guardia Civil en el 2004 y dos años más tarde realizó prácticas en la Comandancia de Castellón. Aquel fue su primer contacto con la provincia, hasta que hace diez años llegó a Burriana. Su labor consiste, básicamente, en realizar un seguimiento de las víctimas del terrorismo machista, una lacra que no cesa. «Ayudamos a las víctimas, las asesoramos sobre los recursos que existen y las escuchamos. Y muchas veces hay casos que te los llevas a casa», explica. Porque para Marga es muy difícil trazar una línea que delimite dónde empieza y dónde acaba el trabajo.

MUCHO MÁS QUE UN TRABAJO

Orgullosa de lo que hace y de su grupo está también Pilar Moya. Esta mallorquina afincada en Castellón desde hace tres años pertenece al Usecic, el grupo de respuesta rápida de la Comandancia de Castellón. Se encarga de labores de Seguridad Ciudadana en conciertos, partidos de fútbol, así como de apoyar a las unidades de investigación de la Policía Judicial. La labor que desempeña Pilar requiere de una gran forma física y plena dedicación. «Tenemos que estar siempre localizados», explica esta agente que antes formó parte del Ejército del Aire y para quien lo mejor de su trabajo es estar en contacto con la gente, en la calle. «Claro que es duro, pero todos lo hemos elegido voluntariamente y estamos encantados», sentencia.

Para Pilar, para Marga, para Raquel, para Nuria... su labor en la Guardia Civil es mucho más que un empleo. Es una forma de vida. Y todas, sin excepción, aseguran sentirse altamente orgullosas de ser agentes y mujeres.