Pasan los años y el eterno problema de la Marjaleria sigue sin solución. Y eso que en las últimas cuatro décadas todos los grupos políticos que han gobernado el Ayuntamiento de Castellón han intentado reordenar la zona. Pero nadie lo ha conseguido. Ahora, el cambio de gobierno municipal, y la aparición en escena de los marjaleros que han permanecido al margen de cualquier asociación y del propio consistorio, ha devuelto a la actualidad un asunto que sigue pendiente.

La Marjaleria de Castellón fue un arrozal hasta que, en el año 1969, se trazó un Plan de Saneamiento por parte de la CHJ, la Cámara Agraria, los ayuntamientos de Castellón y Benicàssim, la Diputación Provincial y el Coto Arrocero. Ese proyecto permitió la colocación de tuberías para drenar el agua con el fin de plantar cultivos hortícolas. Unas obras que propiciaron, al necesitar numerosos trabajadores, la creación de almacenes para guardar los aperos de labranza, las canalizaciones de las acequias para el riego, las paredes de deslindes y la apertura de pozos para las épocas de sequías.

El trabajo intensivo que propiciaban estos cultivos obligó a los agricultores a construirse una casa para aperos de labranza junto a la explotación y que, a la vez, servía de almacén de material. Allí aprovechaban para disfrutar del verano y hacerlo más cerca del mar. Aquello supuso un beneficio doble para el Ayuntamiento: por una parte se desecaban los terrenos sin costes para el municipio, que había recibido fondos estatales para ello. Por otro, el consistorio cobraba tanto del Coto Arrocero, como la contribución (actual IBI) sin contraprestación de servicios. Fue a partir de 1979 cuando la Marjaleria se convirtió en un lugar de esparcimiento.

LLEGA EL ‘BOOM’ URBANÍSTICO // Esta situación se unió al crecimiento industrial que experimentó la ciudad. Muchas familias compraron terrenos en estas zonas, lo que propició el boom urbanístico, sin licencia, que el consistorio permitió. Ya había dos tipos de marjaleros: los que habían pagado y que el Ayuntamiento consideraba legales para no devolver la contribución y los nuevos habitantes que construían viviendas para veranear.

PRIMER DESENCUENTRO // Con Antonio Tirado en la alcaldía, en los años 80, se inicia el primer intento de reordenar la zona y de frenar esas construcciones que no contaban con permiso municipal alguno. Una decisión que contó con la total oposición de los vecinos de segunda residencia. Esta insistencia del nuevo alcalde se convierte en uno de sus principales escollos durante su mandato. Después, nuevo alcalde y nuevo intento con Daniel Gozalbo e Hipólito Beltrán (CDS) como concejal de Urbanismo, que volvió a pensar en la necesidad de la ordenación de la zona. Tampoco lo consiguió, ya que la característica de humedal con riesgo de inundaciones pesaba en todos los informes administrativos.

Con José Luis Gimeno de alcalde y Víctor Falomir al frente de Urbanismo se retoma el problema. En 1991 se realiza el Plan Especial de la Marjaleria con la intención de dotarla de todos los servicios necesarios. Para ello era necesario que consistorio, Generalitat valenciana y la CHJ presentaran informes favorables por riesgo de inundaciones.

La relatividad política y la intervención de nuevos actores que han construido ya, con el conocimiento de que no se podía y sin el anterior visto bueno del Ayuntamiento (terceros actores en discordia), provoca que el documento urbanístico no tome forma hasta el año 1996. Se aprueba de forma provisional por el pleno del Ayuntamiento de Castellón el 12 de julio del 2004, después de que los vecinos afectados pudieran estudiarlo con detenimiento en su exposición al público. Hay que recordar que ya no solo están incluidos los primeros marjaleros que tenían apeos de labranza. En ese documento se incluyen todas las viviendas construidas después de 1990 y empieza a crearse el monstruo, uniendo a gentes que tenían pequeñas viviendas de labranza con aquellos que construyeron viviendas de mejor calidad y tamaño, y que nada tienen que ver con las de los primeros habitantes de la zona.

SOLUCIÓN URGENTE // El conflicto sigue corporación tras corporación hasta la actualidad dónde se intenta volver a reconducir. Pero hoy muchas cosas han cambiado. La principal asociación, por su deriva política, está muy debilitada. Además, aparecen unos actores inesperados. Se trata de los primeros marjaleros que, tras desecar, pagar impuestos por duplicado, conseguir fondos europeos para el consistorio por sus viviendas sin pedir que se cambie la denominación, han visto como sus terrenos han pasado de suelo terciario a urbano no planificado. Y todo ello con solares hundidos por el elevamiento del nivel freático, con casas deterioradas o con peligro estructural y que no pueden reformar o reconstruir. Un problema (la mayoría de estos propietarios son personas de edad avanzada) que los grupos políticos tendrán que pactar con los que nunca han pedido y siempre han perdido.

El Ayuntamiento y los grupos políticos ya no pueden ignorar o alegar desconocer el problema al existir casos judicializados. Parece inevitable que para dar una solución no se puede dejar de lado a los primeros marjaleros. Aquellos que siempre han cumplido y siguen indefensos por un cambio de denominación que ni pidieron, ni necesitaban. H