El Boletín Oficial del Registro Mercantil (Borme) del pasado 5 de septiembre, el penúltimo que contenía información sobre empresas de Castellón, daba cuenta de la creación de una decena de compañías en la provincia. Había dos relacionadas con la hostelería, un carpintero, un electricista, dos empresas de transporte... y cuatro inmobiliarias. Se trata de una demostración más de que este tipo de negocio vive una segunda edad de oro, tras la experimentada en los años previos al estallido del boom del ladrillo.

Al cierre del 2018, y según los datos del Instituto Nacional de Estadística, había en la provincia 2.304 locales dedicados al sector de la compraventa y arrendamiento de viviendas y terrenos. El año anterior solo había 2.217, lo que supone que en apenas doce meses se habían abierto 87 negocios, más de siete cada mes. La progresión es espectacular, pues el 2010, último del que hay datos actualizados, solo había 1.694. Es decir, que tras la hecatombe que supuso la crisis, que obligó a muchos a abandonar una actividad muy lucrativa esos años, han iniciado operaciones más de 600 mercantiles.

El Borme da otra pista sobre la naturaleza del fenómeno --y sobre sus causas-- que confirma el presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Castellón, Francisco Nomdedéu: «La mayoría de las aperturas se producen en el centro de capital de la Plana, aunque también las hay en los municipios del litoral». Efectivamente, los últimos en levantar la persiana lo han hecho, este mismo verano, en las calles Alloza y Hermanos Bou de Castelló y en las zonas marítimas de Burriana y Alcalà de Xivert.

ALQUILER

¿El motivo? Que buena parte de la culpa de este incremento de las inmobiliarias se debe al auge del alquiler, tanto de larga duración como vacacional. En la provincia, unas 37.000 familias viven de forma habitual en viviendas arrendadas y, pese a que la oferta sigue siendo escasa, «el interés inversor por adquirir inmuebles y rehabilitarlos para después ofrecerlos en alquiler va al alza», explicó Nomdedeu. En cuanto a la costa, la gestión de apartamentos turísticos, tanto de firmas especializadas como de unos particulares a los que cada vez les cuesta más hacer frente a la burocracia que requiere esta modalidad de alojamiento, explica que como setas aparezcan nuevos negocios inmobiliarios.

No obstante, la profundidad del fenómeno se debe a que los factores son múltiples. Las estadísticas del Ministerio de Fomento evidencian que en Castellón todavía quedan por vender más de 25.000 pisos construidos hace más de una década, la mayoría en manos de entidades financieras que buscan socios para colocarlos.

A todo ello hay que añadir que el inmobiliario es un sector desregulado desde hace unos años, lo que implica que no es necesaria ninguna titulación específica para abrir un negocio. En los últimos años, las prejubilaciones en el sector financiero o el paro en la arquitectura han animado a muchos al emprendimiento.