Castellón sigue perdiendo población, un año más y ya van siete, en una caída continua que se arrastra desde el 2010 y que no logra frenar ni la constante remontada de la inmigración, una entrada de población extranjera de 4.900 personas en el último año, aunque lastrada por las cifras de los castellonenses que se marchan al extranjero en busca de una oportunidad, 5.303.

La Estadística de residentes del Instituto Nacional de Estadística (INE) publicada ayer cifra la población de Castellón, a 1 de enero, en 569.556 personas, 614 menos que en el 2017, y 26.297 menos que en el 2010, año de la última década en el que se tocó techo demográfico, con 595.853 habitantes (ver gráfico). Fue el año en que empezó el invierno poblacional, una situación condicionada por el saldo vegetativo negativo que no cesa y que, en el último año deja 4.780 nacimientos -la cifra más baja desde el 2000- frente a las 5.292 defunciones, según los últimos datos del INE.

Y, por segundo año consecutivo, Castellón va a la contra de la tendencia nacional, donde la población residente vuelve a crecer, auspiciada por un repunte de la inmigración. Según el informe, España se situó en 46.659.302 habitantes, con un incremento de 132.263 personas respecto al año anterior; una curva ascendente que se traslada al global de la Comunitat, donde la población subió en 10.937 personas (+0,22%), y quedó en 4.946.020, con Castellón, eso sí, en la columna del saldo negativo. Pierden fuelle Castilla y León, Extremadura, Asturias, Castilla-La Mancha, Galicia, Aragón, Cantabria y la ciudad autónoma de Melilla, mientras los que más crecen son Baleares, Madrid y Canarias.

SALDO MIGRATORIO NEGATIVO //

El fantasma de la despoblación persiste en Castellón. «Fallecen más que nacen y se van más de los que vienen, y estos dos factores hacen que Castellón no invierta la tendencia negativa que arrastra en los últimos años, y que no tiene previsión de parar en los próximos». Lo dice el profesor de Geografía de la UJI, Francisco Javier Soriano, que incide, además, en que «la economía castellonense, que va creciendo, aún no tiene el ritmo de contratación tractor de inmigración como hace 10 años, y se tardará en ver resultados, un factor que, junto a que cada vez hay más fuga de profesionales en busca de un trabajo fuera hace que las cifras no sean muy halagüeñas para la provincia», señaló el profesor Soriano.

Eso sí, con las cifras en la mano, el desfase entre los que se van y los que vienen se ha moderado, atenuándose hasta los -403, frente a los -8.330 del 2012, cuando cambiaron su residencia desde Castellón al extranjero 11.549 personas, por 3.219 que vinieron.

Fue, junto al 2013, el año en el que más se notó el efecto retorno de los inmigrantes a sus países, pues principalmente, los flujos demográficos se vivieron hacia Rumanía y Marruecos, los dos países que, junto a Colombia, más población extranjera suman a la provincia. «Las cifras ascendentes de inmigración puede ser un nuevo brote verde demográfico para Castellón», apostilló Soriano.

Crece la movilidad nacional sobre todo hacia València y con un ‘efecto retorno’ a Rumanía

  • La movilidad interprovincial mantiene la línea de los últimos años, con unas cifras oscilantes que, en el 2017, han crecido, pasando de los 5.825 del 2016 a los 6.535, aunque todavía están lejos de los 7.318 del pasado 2009. ¿Y hacia dónde se van? Se trata de unos flujos de intercambio, sobre todo laborales y de cercanía: a Valencia se trasladaron 1.781 residentes en Castellón, 791 a Barcelona, y 451 a Madrid. A Alicante viajaron 304, y a Tarragona, 453. El resto se reparten en cifras muy bajas por todo el territorio estatal.
  • También están los que regresan a sus lugares de origen, tras empadronarse o fijar su residencia en la provincia, bien por efecto retorno ante la mejora económica o por la falta de oportunidades aquí. Son, sobre todo los rumanos y marroquís, los colectivos que, componen, junto con los colombianos, las comunidades con más residentes en la provincia de Castellón. Se ven afectados, según el profesor de Geografía Humana Javier Soriano, por «el sector industrial, que se va recuperando pero no volverá a niveles de antes».