La gente quiere ayudar, como sea, como esté en su mano. Esta es una evidencia que está poniéndose de manifiesto desde el primer día en que la crisis sanitaria se hizo más patente. El confinamiento obligado de la ciudadanía no ha puesto freno a la marea de solidaridad. La mayor preocupación, en general, es la falta de material de protección y no han sido pocos los ayuntamientos que han decidido coordinar las iniciativas que están surgiendo en sus municipios.

Es evidente que cualquier acción de este tipo será más eficiente si se cuenta con maquinaria apropiada para producir, por ejemplo, mascarillas de manera rápida y, así, dar respuesta a las necesidades diarias. Es por ello que el Ayuntamiento de la Vall d’Uixó realizó hace días un llamamiento a todas aquellas personas que cuentan con aparats para la confección del calzado que estuvieran dispuestas a cambiar su ocupación para elaborar este tipo de protecciones.

COORDINAR A LOS VECINOS

Pero en la mayoría de los casos la petición se gestiona en sentido contrario. Los consistorios detectan el sentir vecinal y coordinan las acciones para que el trabajo voluntario llegue a su destino. Ese sería el caso, por ejemplo, de Cabanes, donde tras recibir el ofrecimiento de diferentes vecinos, han creado una red solidaria para confeccionar mascarillas de manera colectiva. Una vez listas y desinfectadas, las repartirán entre los comercios del pueblo, la gente mayor con patologías, la brigada municipal y los trabajadores que siguen en activo.

En Cinctorres ha sucedido algo muy parecido. El consistorio ha querido dar efectividad al movimiento ciudadano y sirve de nexo de unión entre los pueblos de la comarca donde hay voluntarios elaborando este elemento de protección especial. Y mientras en Nules animaban a participar en esta cadena solidaria, en Càlig lo que piden es tela «100% algodón, da igual si es blanca, de color o estampada», dan un teléfono y pasan a recogerla.