La ralentización de la industria cerámica ya es un hecho y se puede constatar con datos. El índice de producción industrial del azulejo, cuya producción se concentra en Castellón, moderó su crecimiento en septiembre y apenas creció un 0,3% en términos interanuales. Pese a ello, en la patronal Ascer todavía confían en que sus previsiones, que pasan por cerrar el año con un incremento de ventas de entre el 1,5% y el 1,8%, se cumplan.

Este índice ha ido moderando su crecimiento en los últimos meses e incluso llegó a ser negativo los dos meses de verano. En mayo, cuando ya muchos expertos advertían de que los vientos de cola que favorecían el crecimiento de la economía española desaparecían, el clúster castellonense exhibió músculo y aumentó su producción un 10,5%. Ya en junio ese incremento perdió fuerza y se quedó en el 1,5%. El periodo estival fue negativo, aunque fuentes de Ascer restaron importancia a la mayor caída, que se produjo en agosto (-11,6% con los efectos estacionales corregidos). «Estos meses el ritmo de trabajo suele bajar por las vacaciones y porque las fábricas aprovechan para realizar tareas de mantenimiento», puntualizaron.

No obstante, los datos de agosto y septiembre, sumados a la presentación de varios expedientes de regulación de empleo y cierres temporales de hornos, confirman la situación de frenazo. No obstante, y aunque nadie resta importancia a un momento de incertidumbre, sí son muchas las voces --como el presidente de Ascer, Vicente Nomdedeu o el presidente del puerto de Castellón, Francisco Toledo, que se han manifestado en el sentido de que no se trata de una crisis como la del 2007. El último en hacerlo fue el catedrático de Organización de Empresas de la Universitat Politécnica de València, José Luis Hervás, que se mostró convencido de que el clúster tiene fortalezas que le permitirán sortear este «resfriado» sin llegar a números rojos.

Aunque las empresas suelen poner toda la carne en el asador en los meses previos a Cevisama, que se celebra entre finales de enero y principios de febrero, desde la patronal indican que la «coyuntura» y situaciones delicadas como el cierre del mercado argelino hace que sea difícil predecir el futuro de la producción y las ventas.