Si la sepia del Bar Las Planas del Grau no está considerada como patrimonio de la humanidad es porque ningún miembro de la Unesco ha almorzado todavía en el clásico establecimiento ubicado en la Avenida del Port, 5. No hay otra explicación posible a esta ‘afrenta’. Tan típico en Castellón como las rosquilletas, la coca de tomate o las pelotas de fraile es la forma de preparar la sepia que tiene la familia Guillamón, que regenta el bar desde 1947.

Se puede decir sin miedo a equivocarse que la carta de tapas en Las Planas no es extensa, pues consta de sepia y mejillones (imagen inferior). No hace falta más. Haciéndose valer de los escasos 50 metros que separan a este mítico bar del mar, estos moluscos son sin duda el principal atractivo del local. “Una semana normal podemos servir unos 120 kilos de mejillones, y más de 200 kilos de sepia, que viene sucia y nos encargamos de limpiarla aquí”, reconoce el actual encargado Carlos Guillamón, que ha cogido el testigo de los aún gerentes Vicente Guillamón y Montse Terrado -sus padres-, que a su vez heredaron el negocio de Amadeo Guillamón y María Celades, que se hicieron cargo del establecimiento en 1946. “El establecimiento se levantó en 1917 y antes era un hotel por el que llegaron a pasar celebridades como Ava Gardner”, recuerda Carlos.

Si la carta de tapas de Las Planas no es muy larga, tampoco lo son sus horarios. Lunes, martes y miércoles abren hasta mediodía; los jueves descansan; y los viernes y sábados sirven almuerzos y cenas; preparando solo almuerzos los domingos. “En fin de semana podemos preparar más de 100 almuerzos, sirviendo unos 50 diarios entre semana”.

La decoración del bar no es vanguardista. Algunos de los muebles se conservan desde los inicios del siglo XX y salvo una pequeña reforma en 1985, cuando se elevó el suelo, para evitar unas incómodas escaleras, cuando entra en Las Planas el cliente se retrotrae varias décadas en el tiempo. Sin embargo, más allá de detalles complementarios, lo que diferencia a este negocio del Grau es la calidad de su almuerzo.

Variedad de bocadillos

Los clientes pueden pedir para empezar unas papas, olivas o cacahuetes, pero el plato fuerte es la sepia: “Su secreto está en la picaeta, que consta de ajo, perejil y un poco de picante, con unas proporciones que solo conoce mi madre”, admite Carlos Guillamón. Idéntico aderezo se emplea también en los mejillones, que entran frescos cada día en Las Planas.

Los bocadillos son el segundo punto fuerte del bar. Por un precio que ronda entre los 3,5 y los 4 euros por bocata, los más solicitados son la torraeta de anchoas, el bocadillo de sepia (imagen inferior, proporcionada por Jaume Vicent (@Jaumelic), el de tortilla de gambas o el bombero -pan tostado, lomo, tomate y queso-, con la variedad del bombero con sombrero, que lleva un huevo. Tampoco faltan los aficionados al bocadillo policía -idéntico al bombero, pero cambiando el lomo por las longanizas-, el Farnós, que debe su nombre al colaborador de Mediterráneo y que consta de tortilla de ajos con longanizas, y del Dimoni, que cambia las longanizas por gambas.

Para acabar, carajillo

No puede faltar para concluir el esmorzaret un carajillo cremaet. Las variedades que más éxito atesoran son las que combinan el café con el ron, coñac y anís. La media de cada almuerzo suele salir por los seis o siete euros, un precio económico teniendo en cuenta además que raro es que quien almuerce en Las Planas pueda ingerir ningún alimento a media mañana.

En el vídeo inferior podemos ver cómo preparan un exquisito carajillo en el Bar Las Planas:

En resumen, un bar tradicional, de los de antes, que mantiene la esencia que le hizo célebre ya a mediados de los 90. En sus paredes cuelgan fotos de futbolistas -el Castellón celebró aquí su último ascenso a Primera como buenos albinegros que son los Guillamón-, toreros e incluso una placa homenaje con un poema del ilustre Miquel Peris y Segarra, asiduo a las tertulias que se celebran a diario en Las Planas y que abordan los temas de moda en la actualidad castellonense. Y que dure.