En realidad, los lectores habituales ya lo saben. Tengo costumbre de interpretar cualquier hecho ciudadano desde mi propio perfil biográfico. Siempre que he tenido ocasión he proclamado que mi llegada al hecho cultural coincidió con mi acceso a la cochera del palacio del Obispo en la calle Gobernador participando en el movimiento parroquial. Un grupo de jóvenes interpretábamos obras de teatro de la Galería Salesiana, en representaciones casi milagrosas, que gozaban tal vez por ello, de muy buena acogida entre los ciudadanos de ese entorno ciudadano.

Nos dirigía entonces Javier Rambla, el propio Vidal Serrulla pintaba espléndidos decorados y las gentes de la cultura de la ciudad miraban de reojo lo que hacíamos, sobre todo a partir de nuestro ascenso al Teatro San Pablo de la calle Pescadería y, convertidos en Grupo de Teatro TOAR que ya dirigía Antonio Gascó padre, fuimos los elegidos para estrenar en el Teatro Principal la obra Sacrificio Estéril, de don Carlos González Espresati, celebrando su jubilación como ingeniero-director del Puerto.

PERSONAJES. En torno a esa representación gozosa y yo convertido también en colaborador de la emisora EAJ-14 Radio Castellón, me vi elegido para ocupar un lugar en el escaparate de la ciudad como responsable en cierto modo de la Librería Armengot. Y al volver la vista atrás, junto a don Carlos vi también aparecer dos personajes deslumbrantes, tan accesibles sin embargo, tan a mano de los castellonenses. Eran la cúpula vital de los llamados sabuts, don Ángel Sánchez Gozalbo y don Luis Revest Corzo, de los que pude saber después que ningún campo de nuestra historia había sido ajeno a su interés como investigadores, su gozo como historiadores, el cielo y la tierra, la provincia y la capital, los orfebres artistas y los geólogos a pie de tierra, la magia de su admirado mossén Betí, la solidez humana de Salvador Guinot, la elegancia literaria y la generosidad de Ricardo Carreras, también nuestros viejos papiros y pergaminos, todo formaba su mundo de acción, todo cada día y poco a poco, un instante tras otro, célula a célula, al ralentí, como me decía el hace poco desaparecido profesor Sánchez Adell, así iban acariciando los sueños de «saber todo de Castellón».

Saberlo y enseñarlo a los castellonenses que fuera menester. Don Ángel desentrañó todos los orígenes del ermitorio antes de ser basílica y después de que fuera simplemente un cruce de caminos. Luis Revest escribió el bello poema, lleno de teología y amor por la patrona de Castelló, también de sabiduría e inspiración clásica como son els Goigs que todos gustamos en repetir siempre que sea oportuno:

Del poble de Castelló,

sigau llum i auxiliadora,

de l’Amor nostra Senyora

Mare de Déu de Lledó.

Y escuchándoles y leyéndoles, abriendo con discreción y humildad la cancela del edifico majestuoso del saber pudo llegar hasta mí y mis gentes el aroma de la devoción que todos ellos tenían por la Mare de Déu del Lledó.

Hablo por propia experiencia. Celebraciones familiares, llenas de amor y de devoción están las escenas de mi propia familia, con la celebración de actos de la primera comunión, bodas familiares con la basílica repleta de asistentes devotos, homenajes de carácter ciudadano que tienen como protagonistas a seres humanos singulares, que justifican el uso que solemos hacer de la existencia de la basílica.

EN SU CAMARÍN. Escuchando los rezos y las canciones y leyendo sus escritos sobre todo ello, abriendo con discreción y humildad la cancela de su edificio majestuoso del saber pudo llegar hasta mí el aroma de la devoción que todos ellos tenían por la Mare de Déu del Lledó.

Y en el discurrir del tiempo, después pude saber por boca del pintor Juan Bautista Porcar y del escultor Tomás Colón, el sinyo Batiste impulsando al escultor a modelar una nueva imagen relicario de la Mare de Déu desaparecida la anterior en la guerra civil, en piedra alabastrina, que el propio pintor se encargó de policromar en su estudio de l’hort de Victorino. Así está ahora en su camarín para todas las gentes.

Quiero reflejar el interés por Lledó de gentes de altísimo nivel cultural y cívico que han movido su interés percibiendo la emoción fundamental que está en la cuna del verdadero arte y de la ciencia. Lo que pretendo decir es que ahora, detrás de la Salve Popular del procurador Antonio Alloza y el presbítero Jaume Pachés, más allá de las serenatas y los emotivos poemas de Miquel Peris, dejando deslizar suavemente los hallazgos del certamen literario, de la Novena y el Pregonet, hay una mágica historia de nuestro pueblo con Lledó.

La tarde del día de la celebración de la Romería, a su regreso a Castellón. Y después de pasar por la ermita de Sant Roc, la comitiva sigue por el Caminàs hasta la basílica de Lledó, donde los romeros visitan a la patrona, la Mare de Déu del Lledó. La tradición de la Tornà por Lledó fue, sin embargo, una costumbre que se perdió en 1941 y fue recuperada en 1989, con la Fundación Municipal de Fiestas ya al frente de la celebración festera de la Magdalena y sus varios actos.

Así que, visitar la basílica, arrobarse ante el Retablo Mayor y permitiendo con naturalidad que lleguen hasta nosotros ecos de otro tiempo, historias y leyendas, amores y devociones, cumpliremos con nuestra obligación de ciudadanos y buenos hijos. Nuestra esperanza y consuelo…