Los boletaires andan desaparecidos. Si todos los años por estas fechas lo normal es ir a Vistabella, Xodos o Montanejos y encontrar a todo un ejército de aficionados a la cacería micológica, este octubre el panorama es bastante distinto. O mejor dicho, excepcional. Pero esa ausencia masiva de buscadores resulta del todo lógica por la acuciante falta de agua. Solo eso explica porqué la tan esperada temporada de setas no acaba de arrancar. Lo peor es que si las cosas no cambian durante las próximas dos semanas, esta campaña va camino de pasar a la historia como una de las más tardías en la aparición de setas.

A estas alturas del año, quienes en Castellón viven la recogida de robellones con auténtica pasión no dudan en hablar de desastre. «Este año la temporada va muy mal. A principios de mes había algunos poquitos robellones en la zona de Vistabella pero la mayoría estaban llenos de gusanos», describe Juan Antonio Galiana, vicepresidente de la Asociación Micológica de Castellón (Asmicas), y una de las voces más autorizadas de toda la provincia.

La sequía de robellones es hoy un mal que se extiende por toda la provincia, desde la comarca de Els Ports hasta el Alto Mijares, pasando por el Alcalatén. Y quienes piensen que en Puertomingalvo o Mosqueruela, ya en Teruel, las cosas son diferentes, se equivocan de pleno. Los bosques están prácticamente desiertos en todas las comarcas. Hay pocos buscadores y los que se lanzan y prueban fortuna se dan por más que satisfechos si encuentran una docena de robellones. Llenar la cesta es misión imposible. «Ni uno solo. El día del Pilar estuvimos en Xodos, Benafigos y Vistabella y no encontramos nada. El monte está totalmente seco y solo vimos aficionados con cestas vacías», describe Nuria Carrasquer.

La falta de lluvia en agosto, septiembre y esta primera mitad de octubre es la única culpable de la sequía de robellones. Un dato. En septiembre apenas se ha registrado en algunos puntos de la provincia un litro de agua por metro cuadrado. Miseria y compañía. Los aficionados lo saben de sobra. De hecho, la mayoría de ellos ni siquiera necesita ir al bosque para comprobar en persona si hay o no setas. Son plenamente conscientes de que el clima no se ha aliado este año con su afición, así que no dan pasos en falso. “Este año no he salido porque no hay setas, aunque tengo amigos que sí lo han hecho y han vuelto a casa prácticamente con la cesta vacía», explica desde la Pobla de Tornesa Vicent Renau, gran aficionado a la micología. “Ahora mismo en muchas zonas de la provincia estaríamos en el punto álgido de recolección si la campaña fuese normal”, indica.

no todo está perdidO

Aunque las cosas no pintan bien, no todo está perdido. Juan Antonio Galiana tranquiliza a los más pesimistas. «Si en las próximas semanas lloviera todavía sería posible que aparecieran setas en las zonas más bajas, como en la Pobla de Tornesa, Alcudia de Veo, Vilanova d’Alcolea o el Desert de les Palmes. La temporada todavía no está perdida del todo, aunque depende de la lluvia», sentencia.

El problema es que, al menos a corto plazo, la lluvia no parece que vaya a hacer acto de presencia. «Las previsiones no son nada buenas, pero si llueve en abundancia en los próximos quince días aún se podría salvar algo la campaña en zonas más bajas» coincide María Antonia Agut, aficionada de Atzeneta y propietaria del restaurante Casa Ramón.

Al paso que vamos y a la vista de lo que ha sucedido este año y también de lo que ya ocurrió en octubre del 2016, muchos aficionados se preguntas si las setas acabarán siendo un producto de temporada en Navidad. «Es evidente que el cambio climático está provocando que el verano se alargue cada vez más y la temporada de setas sea cada año más tardía», apunta Galiana.

Que haya menos aficionados en el bosque no significa que el boletaire se dé por vencido. Al contrario. Gente hay, aunque nada comparado con otros años. «Obviamente suben menos aficionados que otros años, pero gente hay. Y eso que para encontrar un robellón hay que conocer muy bien el terreno. Solo hay algunos pocos en zonas muy concretas», apuntan desde el Ayuntamiento de Vistabella, que este mismo fin de semana celebra unas jornadas micológicas, con conferencias, salidas y exposiciones de setas.

El tardío arranque de esta campaña ha cogido con el pie cambiado a los organizadores de las numerosas jornadas micológicas o gastronómicas previstas por todo Castellón para este fin de semana y los próximos. La Asociación Micológica de Castellón, por ejemplo, prepara para el último fin de semana de octubre una exposición de setas (el año pasado reunieron más de 200 especies diferentes) y todos los lunes tiene a disposición de los socios y aficionados el servicio gratuito de identificación de setas en el edificio la Marina del Grao.

JORNADAS GASTRONÓMICAS

Cada vez son más los municipios y asociaciones que organizan jornadas micológicas y cada vez son más los bares y restaurantes que se suman a las jornadas gastronómicas con la seta como protagonista. A final de este mes está prevista que comience una nueve edición de las Jornadas de setas, carnes y productos de otoño de Els Ports. «Ya veremos qué ocurrirá. De momento, compramos el producto en tienda y tiramos de congelado», reconocen en varios establecimientos del interior.

Que la temporada de este año se presente mal no significa que la afición por salir al monte en busca de robellones ande de capa caída. Nada más lejos de la realidad. «Cada año se ve más gente en el monte y cada año tenemos más socios», apunta el vicepresidente de Amiscas, que asegura que hay varios factores que explican el espectacular incremento del número de boletaires. El primero es que salir al monte, a disfrutar de la naturaleza, está cada vez más de moda. El segundo tiene que con la divulgación que han realizado los medios de comunicación y los cursos y jornadas que imparten las asociaciones. «Son muchos los atractivos juntos: la incertidumbre del cesto vacío, el silencio de los bosques, el interminable aprendizaje de ir incorporando cada año nuevas especies, el gran madrugón, la caminata, el poder presumir en casa o con los amigos de un gran botín...», relata.

Todo ese ejército de boletaires de Castellón (los hay de todas las edades, de todas las profesiones y de todos los rincones de la provincia) tienen un pequeño consuelo. La situación que estos días se vive en la provincia se repite en otras zonas del país, como Cataluña, Soria, León o Teruel. Aunque ya lo dice el refranero: mal de muchos, consuelo de tontos.