Las autoritarias sanitarias españolas consideran, pese a los recientes estudios y, sobre todo, a la resolución de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que certifican que no hay riesgo de contagio de coronavirus en el papel, que un periódico no se puede compartir y, por tanto, reduce las ventas de los quioscos. Tanto, que alguno ya ha tenido que echar el cierre, como admite Ismael Bonet, presidente de la Asociación de Quiosqueros de Castellón (Aquiprensa), que agrupa a unos 140 establecimientos del sector en toda la provincia.

Como miembro también de una comisión nacional, llevan tiempo reclamando al Gobierno que rectifique con su equivocada evaluación de que el covid-19 pueda transmitirse a través del papel. «El periódico no puede tener el mismo trato que una servilleta», subraya Bonet sobre la desaparición de las mismas de las mesas de bares, restaurantes... «No es tóxico», incide. «Se puede compartir y leer», recalca. Incluso propone alguna acción que ayude a que los periódicos vuelvan a estar a disposición de los clientes que, poco a poco, vuelven a tomar café, comer o cenar en este tipo de lugares de ocio: «Se puede colocar con un palo, como ya hacían muchos».

La prensa no solo ha desaparecido de los lugares de restauración, sino de salas de espera de peluquerías, dentistas... al ser considerado un producto de uso por una sola persona. Con todo, soportando prácticamente toda la carga, están los quioscos. «Muchos establecimientos cuentan con suscripciones, sí, pero también es verdad que los que no lo estaban, acudían diariamente a comprar el periódico pero ahora, al no poder ponerlo al servicio de los clientes, han dejado de adquirirlo, con la notable bajada de las ventas», relata Bonet.

Primera necesidad

La postura sobre la consideración de toxicidad del papel choca con una de las disposiciones sobre el estado de alarma, recogida en un real decreto, que admite que la distribución de la prensa se considera de «primera necesidad». Sobre todo en estos tiempo tan inciertos que vivimos por culpa de la pandemia del covid-19.

Bonet, con su ejemplar de Mediterráneo bajo el brazo, no pierde el (recuperado) hábito de almorzar en el Mesón Navarro de Castelló, leyendo el ejemplar del día acompañado de un bocadillo, unas aceitunas y una cerveza, con el remate del café. Desgraciadamente, una costumbre que muchos, a día de hoy, todavía no han podido retomar.