Las peñas taurinas exhiben músculo ante el Consell y reivindican que los festejos taurinos constituyen «un motor económico muy por encima de cualquier otro movimiento cultural en la provincia de Castellón». La Federación de Peñas Taurinas de los Bous al Carrer en la Comunitat, que preside Vicente Nogueroles, recopila datos para evaluar el impacto económico directo e indirecto en las poblaciones donde se celebran bous: «Las cifras económicas que dejan en las arcas de ayuntamientos, Generalitat y Estado español son alarmantes, y no precisamente por insignificantes».

Así, en «otro año de récord», en que la provincia de Castellón crece en festejos, nuevas peñas, número de reses autóctonas, la Federación prepara la línea de actuación a seguir de cara a una posible modificación del decreto.

«El 70% de los vecinos de las localidades castellonenses pide bou y ante esta situación no hay prohibición que valga», señala Nogueroles, que exige a los políticos «un ejercicio de responsabilidad total con los organizadores» en un año en el que ha aumentado la seguridad por el continuo «machaque a nuestras peñas en materia de seguridad y voluntarios» con un 70% menos de heridos y un 90% menos de muertes.

AYUDAS // En materia de subvenciones y ayudas, Nogueroles exige para los colectivos a los que representa «el mismo trato e incluso mayor, si la mayoría de población en cuestión lo solicita, que otras asociaciones culturales y deportivas de la localidad».

Solo en la provincia, según Nogueroles, hasta septiembre, se han contratado los servicios de más de 3.000 equipos sanitarios para cubrir los festejos. Se han expedido alrededor de 1.800 certificados de arquitectos, indispensables para la autorización del festejo. Asimismo, los más de 10.000 movimientos de animales suponen una actividad «brutal» para el transporte castellonense.

De media, cuatro personas son contratadas en cada explotación de ganadería y cebaderos, en verano y principio de otoño, para el manejo del ganado. Y la Unión de Emboladores ha registrado más de 5.000 emboladas a vacas, toros de corro y cerriles.

A ello se suman las más de 200.000 toneladas de arena que se vierten y recogen en la provincia durante los festejos, acompañados de camiones, excavadoras, barredoras y cubas. Algo que, según Nogueroles, «ofrece una vía de escape a empresas de la construcción ahogadas por la crisis inmobiliaria y que alivian así la situación económica de muchos de sus trabajadores». A su vez, alude a las horas extra de policías locales y trabajadores municipales en días de bou.

También destaca el impacto en carpinterías y empresas dedicadas al metal, que meses antes de las fiestas de la localidad preparan para una nueva temporada cajones, barreras, toriles y elementos estructurales. A ello se suma la pirotecnia. «En cada localidad contamos con un profesional que engalana las fiestas con trons de avís, obligatorios en la fiesta, y castillos y tracas. Y la aportación de charangas, colles de dolçainers y carreters, que acompañan a las peñas taurinas. «Solo dejamos un sector fuera del estudio, la restauración», señala. H