Puede que el perfume me llegara en Burriana de la fantasía pictórica del Pla, centro del vivir humano y urbano, donde el campanar es testigo de la vida de tantos seres humanos. O quizás de los dibujos y las acuarelas del artista Estrada Vilarrasa, con su aroma tan peculiar. Con la obligación que nos crea de ojear los viejos libros de historia. La cita la tenía yo con Vicente Abad, entonces director del Museu de la Taronja, pero las habituales conversaciones con mi amigo don Rafael Ribés Pla, veo ahora que me dieron las primeras lecciones sobre el tema…

Parece ser que el naranjo comenzó a expandirse en la primera mitad del siglo XVI, pues ya en el año 1610 el historiador Escolano asegura que en Madrid ya vendían naranjas valencianas y que por aquí también se cultivaba, pues un documento de la época que habla de la visita que hizo a Castellón el rey Felipe II, según el cronista de la ciudad, Carlos Llinás, a la salida del camino de Borriol se levantó un arco formado con hiedra, flores y naranjas colgando. Tiempo después, seguía diciéndome don Rafael Ribés que la vida del naranjo tiene mil y una historias que contar.

Pero ya digo que yo iba a la calle Mayor de Burriana para visitar el llamado Museu de la Taronja, para ir repitiendo sobre unos folios las impresiones que tuve en aquellos días de principios de este siglo XXI. Es cuando Vicente Abad aseguraba que el local para el público acababa de cumplir cinco años de vida y entonces era el momento en que podía hablarse de él con propiedad.

FINALIDADES. Una de las básicas finalidades del Museo y su cumplimiento es sin duda la conservación de lo que se conoce como memoria histórica, referida en este caso a la citricultura valenciana. Así, recién inaugurado, se inició el trabajo de catalogación e informatización de los fondos documentales, cuya reciente finalización permitió disponer de un catálogo que comprende más de seis mil fichas de libros, de documentos y publicaciones periódicas relacionadas con el mundo de la naranja.

Y al profundizar en aspectos históricos del protagonismo naranjero, dejando aparte lo que se conoce como el Caminàs de Castellón, la que un tiempo dio en llamarse Via Augusta, con incidencia en toda la provincia, hay que situar en la realidad de que cruzaba el río Millars por el puente histórico, junto a la ermita de Santa Quiteria. Hay, pues, que afirmar que ese camino buscaba dar forma clara a la población de Borriol, con el protagonismo de la naranja en todo el llamado Reial Vell, que hoy en día es mayormente conocido como la quadra de la Cova del Colom.

LA NARANJA. O sea que, aparte de visitar la iglesia parroquial del Salvador, gran monumento, con la presencia del nuevo Museu de la Taronja, en el ambiente aparece con naturalidad el protagonismo de la naranja. En cualquier entorno provincial. Y esa es la gran calificación que merece un museo como el que se inauguró en la calle Mayor de Burriana, a finales del siglo XX.

Con variada y verídica documentación gráfica, comenzando por la colección de marcas naranjeras, de la que también se editó el correspondiente catálogo de un CD-Rom que incluye las 4.300 depositadas en el Museu.

Por lo que respecta a la difusión de esta memoria histórica conservada en el local, comenzó llevándose a cabo por medio de dos vías de comunicación. La primera y principal a través de sus salas de exposición en las que de forma didáctica y fácilmente comprensible se muestra la evolución en el tiempo de los diferentes subsectores que integraban desde siempre nuestra citricultura, destacando la naranja.

LA AGRICULTURA. Se planificó el Museo en su fundación la orientación de que la visita al recinto por las salas dedicadas a la agricultura en general en las que se podía observar que después de una referencia a los cultivos anteriores al primerísimo tiempo del naranjo, es decir, cereal, viña, seda y cáñamo, cuya crisis de mediados del siglo XIX tuvo una gran duración. Todo se explicó y justificó en su momento cuando se firmó el Convenio de Colaboración entre la Universidad Jaume I de Castellón y el Museu de la Taronja, que se comprometió a poner al alcance de los estudiantes e investigadores de la universidad castellonense los fondos bibliográficos y archivísticos del citado Museu.

La visita al Museu comienza por las salas dedicadas a la agricultura en las que, después de una referencia de los cultivos anteriores a la introducción del naranjo (cereal, viña, seda y cáñamo), cuya crisis propició en realidad la extensión del cultivo, las formas de trabajo de la tierra, la plantación inicial del huerto, el abonado, riego, poda e injerto, principales variedades históricas y actuales, plagas y enfermedades, medios de lucha tanto química como biológica, las heladas y, finalmente, la recolección de la naranja, con sus variedades.

Después ya aparece la dinámica del comercio y los clásicos almacenes, donde todos los trabajos de selección y envasado se hacían manualmente para legar a toda la dinámica del transporte por tierra, mar y aire, que para tantas cosas se utilizaba.