Hablar de cambio climático es hablar de futuro, sí, pero también de presente. El calentamiento global ya está aquí y su llegada, según los expertos consultados, modificará de forma paulatina pero inexorable la provincia, su economía y sus formas de vida. Por el momento, la temperatura en Castellón ha subido 2,4 grados en los últimos 50 años, una cifra superior a la registrada por el conjunto de las principales ciudades españolas.

Son datos de un estudio recientemente presentado por el Observatorio de la Sostenibilidad que muestra que la temperatura media en Castellón se situó, en el lustro 2014-2018, en 18,6 grados, mientras que en la segunda mitad de los años 70 la media era de 16,2. El ascenso del mercurio es una realidad en todas las capitales de provincia españolas a excepción de Salamanca, pero en el este peninsular y en el particular el litoral mediterráneo el aumento de la temperatura es mayor.

Esas cifras coinciden con el informe Castelló davant el canvi climàtic, de cuyo diagnóstico destaca el hecho de que el otrora llamado Levante feliz es ahora una «área de elevada vulnerabilidad» por el calentamiento global. Ese trabajo, el primero que en la provincia se hacía sobre una cuestión fundamental para entender los cambios de los próximos años, se hizo público hace unos meses, coincidiendo con la presentación del Seminari Interdisciplinar d’Investigación en Canvi Climàtic de la Universitat Jaume I.

En el mismo participan investigadores universitarios y la empresa Fobesa, dedicada a la gestión de residuos y perteneciente al Grupo Gimeno. Su director general, Juan Pablo Mateo, explicó ayer a este diario que el gran objetivo del estudio y de la creación del ente investigador es «concienciar a toda la sociedad respecto al cambio climático y acercarlo a la realidad local, porque si se trata como un problema global se difumina».

AFECTACIÓN TRANSVERSAL

Tanto Mateo como el profesor de Ciencias Agrarias y Medio Natural de la UJI, Vicent Arbona, coincidieron en señalar que el calentamiento global afectará a «muchos aspectos de la vida cotidiana, algunos evidentes como el aumento de la contaminación ambiental pero otros no tanto, como los cambios que se producirán en la realidad económica».

Arbona pidió a las administraciones públicas una «reflexión profunda» sobre la adaptación a esta nueva realidad de sectores como la agricultura o el turismo. En este sentido, el catedrático de Climatología de la UJI, José Quereda, advirtió que el problema principal al que se enfrentará la provincia es el resultante de la combinación de temperaturas más altas y una pluviometría inferior. «Los datos desde 1980 ya muestran esta tendencia que habrá que confirmar con un horizonte temporal más amplio», explicó este experto, que definió a la región mediterránea, y por ende a Castellón como «la más vulnerable de Europa al cambio climático». Quereda y Arbona señalaron que no solo habrá menos agua, sino que esta será de peor calidad, lo que también pone en peligro el suministro humano y obliga a los dirigentes políticos a tomar cartas en el asunto.

LAS CIUDADES, ISLAS DE CALOR

Por otra parte, Quereda señaló que, de la subida de 2,4 grados que el observatorio estatal atribuye a la capital de la Plana, la mitad guarda relación con el cambio climático. «El resto está vinculado al llamado calor urbano, es decir, con la concentración de personas o vehículos en las urbes, además de la contaminación», tan visible estos días en forma de nube sobre la ciudad debido al anticiclón.