Y cayó en desgracia. El que fue un campeón, no solo para Julio Iglesias, quien acuñó el apelativo para Eduardo Zaplana, sino para los muchos para los que fue el presidente todopoderoso del PPCV y de la Generalitat, duerme en prisión desde el pasado jueves acusado de diez delitos, cada cual más serio y feo que el anterior.

Una gama de imputaciones que van desde el blanqueo de dinero hasta la pertenencia a banda criminal, pasando por prevaricación y malversación de fondos públicos le han sido asignadas en exclusiva esta semana por la titular del Juzgado Número 8 de València, quien ha enviado a la cárcel también a dos de sus principales testaferros, su asesor fiscal y exmiembro del consejo de la CAM, Francisco Grau; y Joaquín Barceló, exalto cargo de la Agencia Valenciana de Turismo.

Lazos con el clan Cotino

Con Zaplana en el eje, el caso Erial estalló el martes con detenciones múltiples y la implicación de conocidos personajes y exaltos cargos de la política popular en la Comunitat, como el expresident de Les Corts, Juan Cotino. Sus sobrinos y empresarios Vicente y José también están imputados, entre otros, la propia esposa del expresident. De hecho, se ha conocido en estos días que el juzgado investiga si recibió seis millones en comisiones de las empresas del clan Cotino, dinero que formaría parte del total de 10 millones en lo que también pueden denominarse sobornos, que el exministro habría repatriado a España a través de sociedades instrumentales de Uruguay, Panamá, Luxemburgo y Andorra. El resto tendría que ver con cobros irregulares relacionados con las ITV durante su mandato, entre 1995 y el 2002, y con el Plan Eólico de la Comunitat.

De la cima a la enfermería

Eduardo Zaplana (Cartagena, 3 de abril de 1956), en la enfermería de la cárcel de Picassent desde el pasado jueves --por su leucemia-- alcanzó destacadas cotas de poder en su partido, el PPCV, la Generalitat y el Gobierno de España entre 1993 y el 2008, cuando abandonó la política para incorporarse a Telefónica, quien le cesó de forma fulminante del cargo el mismo día de la detención. Elegido presidente del PP de la Comunitat en el 93 en la Pérgola de Castellón en virtud del acuerdo de no agresión al que llegó con el entonces líder popular provincial, Carlos Fabra, forzado por su valedor, José María Aznar, Zaplana compensó al después presidente de la Diputación con convenios millonarios firmados mano a mano y que supusieron importantes inyecciones de dinero para esta provincia.

Triunfador bajo sospecha

Su nombre estuvo de alguna manera casi siempre bajo sospecha, por su vinculación con el caso Naseiro, un proceso por corrupcción del PP que saltó en 1998. No le faltaron opositores en clave política dentro de su partido. Su feudo fue siempre Alicante, en Castellón apenas contó con el pacto de no agresión con Carlos Fabra y con escasos cargos significativos del partido. En Valencia se enfrentó a Francisco Camps y sus seguidores, una guerra interna que sigue viva para sus protagonistas. No hace mucho que Zaplana descalificó a Camps, también bajo la lupa judicial, sin paliativos. Curiosamente, Juan Cotino, quien fue mano derecha de este último va ahora en el mismo barco, a punto de naufragar que el expresident cartagenero. Eduardo Zaplana, quien marcó estilo como primer president del PPCV, ha mantenido viva, además, su presencia pública y política en los últimos tiempos, claramente acelerada en coincidencia con el subidón de las expectativas de Ciudadanos, partido con el que se le ha vinculado, justo hasta el momento de la detención. Ni naranjas ni populares quieren saber nada ya de este activo tóxico.