L os cítricos están tan extendidos y ocupan tanto volumen en la actividad agrícola que, en la práctica, se considera que Castellón es un territorio en el que impera el monocultivo. Sin embargo, y pese a que el dominio de la naranja no está en discusión, son muchos los agricultores que se están animando en los últimos años a plantar otros productos con el objetivo de generar alternativas viables y un volumen de producción que cree cadenas de distribución e intercambio comercial estables.

Es en las zonas cálidas de la provincia y en las faldas de las montañas donde se están ubicando estas nuevas plantaciones. Así, por ejemplo, en el término municipal de Benicàssim, cerca del Desert de les Palmes, hay huertos de mango, de granadas y de aguacate. También en Moncofa, Xilxes, Betxí, Artana o la Vall d’Uixó existen cada vez más terrenos que no se dedican a la citricultura.

Por ahora, el producto que más posibilidades tiene de cuajar es el aguacate, aunque desde la Unió de Llauradors recomiendan prudencia. «Hay una expectativa positiva y puede crecer el mercado, pero no será fácil consolidarlo. Tiene un consumo de agua elevado, lo que implica aumentar el caudal de riego, y pese a que parecía que no había problemas de plagas también las sufre», indica su secretario general, Carles Peris.

Coinciden en la valoración desde Fepac-Asaja. «Las altas rentabilidades que se consiguen han atraído a la gente. Pero hay que ser precavido, ya que no solo hay que acertar en la zona en la que se cultiva, sino que la inversión es elevada», indica su máximo representante, José Vicente Guinot.

Junto al aguacate aparece también, aunque de manera incipiente aún, el mango, en una «apuesta por los tropicales» que se asimila a la agricultura del sur de España, sobre todo la de Málaga. «El objetivo sería conseguir el suficiente tonelaje como para crear una plataforma de distribución, pero es complicado», relata Peris.

MÁS DUDAS

En lo que no hay tanta confianza desde la Unió y desde Fepac es en el cultivo de la granada --destinada principalmente para elaborar zumo--, pese a la existencia de plantaciones en la provincia, alguna de ellas incluso importantes: «Se está comprobando que la salida comercial es limitada, también por un problema de calibres demasiado gruesos», dice Peris. Guinot detalla que este cultivo tuvo un momento de auge entre 2013 y 2014, con muy buenos precios, pero que desde entonces la evolución no ha sido buena.

Se puede repetir de este modo lo que sucedió con el caqui, cuyo cultivo intentaron generalizar, pero no resultó viable ni rentable, por lo que muchos terrenos se volvieron a reconvertir en citrícolas, con el gasto que conlleva arrancar y plantar de nuevo la superficie.

Un producto en alza, aunque este de secano, es uno que ha sido tradicionalmente propio de Castellón, pero cuyo cultivo se había abandonado: la algarroba. De hecho, en algunas zonas ya se está empezando a plantear como una alternativa al olivo, indican desde la Unió. El motivo no es otro que el precio al que se está pagando. «Ahora está de 0,55 a 0,70 euros el kilo, cuando ha estado a 0,15 o 0,20. Esto hace que algunos agricultores estén pensando incluso en instalar riego por goteo, que acelera el proceso de producción», señala su representante.

OBJETIVO DESEADO

Al margen de que cualquiera de estos cultivos se pueda consolidar y contribuya a paliar, aunque sea en parte, el monocultivo de cítricos --un objetivo perseguido por el sector desde hace muchos años--, desde la Unió creen que al menos por ahora la apuesta más segura es el impulso a otras variedades de naranja.

En la actualidad, la clemenules significa más del 80% de toda la producción citrícola que existe en la provincia de Castellón, un porcentaje que pretenden reducir.