Hasta hace unos años la secuencia era clara. Estudiar-trabajar-vivir en pareja-comprar una vivienda-tener hijos. La cadena se rompió con la anterior crisis y ahora la pandemia ha puesto la puntilla a las aspiraciones de toda una generación de jóvenes de Castellón para los que la independencia económica es una utopía. Y todo por culpa de las elevadas tasas de desempleo y de los contratos precarios.

El Consejo de la Juventud de España ha puesto cifras a este fenómeno. En Castellón, la emancipación residencial de las personas jóvenes registró un fuerte descenso en el segundo trimestre del 2020, de modo que tan solo el 17,3% de los menores de 30 años está residiendo fuera del hogar familiar. «Si ya estábamos en un momento alarmante antes de marzo de 2020, en el primer semestre de este año la tasa de emancipación se sitúa en el 17,3%, el peor dato desde 2001», explican desde el Consejo de la Juventud, que reclama una regulación del mercado de la vivienda que, pese a la crisis, apenas ha reducido su precio.

María Robledillo, portavoz de Juventud del sindicato UGT en Castellón y en la Comunitat, argumenta que las tasas tan bajas de emancipación juvenil en Castellón se explican por la precariedad laboral. «Alquilar un piso cuesta una media de entre 400 y 500 euros al mes en Castelló y el salario que cobran los jóvenes no les permite independizarse». De hecho, el acceso al mercado de la vivienda en propiedad y alquiler no es posible para la inmensa mayoría de los menores de 30 años de la provincia, ya que requiere destinar el 46,9% del salario mensual para el pago de la cuota hipotecaria y el 73,4%, para la renta de alquiler.

El último Observatorio de la Emancipación del Consejo de la Juventud destaca que, solo en los seis primeros meses del 2020, el porcentaje de jóvenes que viven fuera del hogar familiar ha sufrido un recorte de 1,7 puntos en la Comunitat Valenciana, uno de los porcentajes más altos del país. «Habría que retroceder hasta el tercer trimestre de 1988, más de 30 años atrás, para encontrar una disminución de mayor calibre», se advierte en el análisis del Observatorio. Pero es más, sería necesario remontarse dos décadas atrás para encontrar un número similar de jóvenes capaces de vivir sin el amparo de sus padres. H