El presidente del PP, Pablo Casado, ha agitado el organigrama del partido para encarar los próximos meses, cruciales, con una estructura más ajustada a su piel, generacionalmente y, sobre todo, por adscripción familiar interna: la presencia de partidarios de Soraya Sáenz de Santamaría (la gran rival en el último congreso) en la nueva dirección es testimonial. Los valencianos mantienen una considerable presencia numérica, si bien el perfil de los que permanecen es marcadamente fiel a Pablo Casado.

El organigrama puro y duro del PP nacional (al margen de los grupos en las cámaras y del comité electoral y el de derechos y garantías) conserva a dos valencianos: Vicent Betoret y César Sánchez. Ambos son de su confianza. El que sale es el castellonense Miguel Barrachina (era secretario de Revolución Digital), el claramente sorayista de los tres y el más próximo del trío a la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, si bien Sánchez tampoco se ha manifestado claramente en el ámbito de sus críticos. Nadie duda en situar entre estos a Betoret: el expresidente de la provincia de Valencia batalló contra la favorita de Bonig para ese puesto.

Y, ¿cómo queda Bonig tras esta renovación? Muy tocada, para sus críticos, porque no cuenta con ninguno de sus más próximos en la cúpula. Más o menos como estaba, para sus afines, porque el poder valenciano en número se mantiene y tampoco se potencia extraordinariamente a ningún otro rostro como para suponer ahora una alternativa.

Lo que es claro es que Bonig se decantó por Sáenz de Santamaría en el año 2018 y nadie de ese sector (quizá la excepción es Cuca Gamarra) sale triunfante de esta renovación decretada por Casado. La castellonense Salomé Pradas mantiene una buena sintonía con Bonig, pero estuvo al lado del ahora líder popular desde el minuto uno. El premio es ahora la secretaría general del grupo del Senado, desde donde, dijo ayer, liderará «la defensa de las inversiones para Castellón» como vicepresidenta de la comisión de Fomento en la cámara alta.

MÁS CAMBIOS // Por otra parte, Esteban González Pons se mantiene como secretario general del grupo en el PP en el Parlamento Europeo, pero deja de ser su portavoz, donde es relevado por la número uno de la lista en las últimas elecciones, la exministra Dolors Montserrat. La consecuencia de ello es que el exconseller sale del comité de dirección del partido y ya no tendrá hueco en los famosos maitines de los lunes (la reunión del núcleo duro para poder preparar la semana).

Quien sí estará en estos encuentros es Belén Hoyo, la cabeza de lista por Valencia en las últimas elecciones generales y la diputada valenciana más próxima a Casado. Deja la portavocía adjunta del grupo en el Congreso, con lo que tendrá menor presencia mediática presumiblemente (lo notará también en sus retribuciones), pero pasa a ocupar un puesto de nombre importante en Génova. Estar al frente del comité electoral supone tener bastante que decir en la elaboración de listas, si bien algunas voces deslizaban ayer los nombres de algunos de los últimos ocupantes de este cargo: Alicia Sánchez Camacho y Juan Ignacio Zoido.

Un cargo significativo es el de otra fiel de Zaplana, la diputada Macarena Montesinos, designada coordinadora de comisiones en el Congreso. Es la última evidencia del poder al alza de un neozaplanismo aupado por el secretario general, Teodoro García.