Este pasado mes de octubre me he encontrado en mis páginas de los sábados con la influyente luz tanto de la plaza Mayor como de la Puerta del Sol. Y entre mi caminar de una a otra, pienso que he dejado un poco como en el olvido, la tremenda influencia y vital significación del Casino Antiguo, del que tan cerca estoy en la historia de la mía, y de su propia vida, desde aquellos 35 años míos en la Librería Armengot.

Cuando en su tiempo ya le repetí eso mismo a mi compañero y amigo Paco Pascual, recuerdo que me contestó algo así: «Las tertulias se han convertido en algo así como el pan y la sal de la radio y también en la televisión, sobre la base y el recuerdo de lo que fueron los cafés de redacción».

LAS TERTULIAS. Rebuscando entre mis libros, revistas y papeles antiguos, se me han vuelto a aparecer algunos datos de la tertulia en el Casino, hace ya muchísimos años, en la que fueron protagonistas nada menos que el arquitecto Francisco Maristany, Ramón Serrano Suñer, Juan Bautista Adsuara, Eduardo Codina Armengot, Manuel Rozalén, Pepe Borrás y Carlos Murria Arnau.

Tuve la suerte de tener contacto con todos ellos y escuchar sus opiniones sobre cualquier cosa. De esto sobre todo: «Oye esas voces, atiende sus risas y sus lamentos, siente el pálpito de sus ilusiones y sus sueños y podrás escribir para que te entiendan. Imagina lo que te quieren decir».

Todo son hechos que ahora veo que tienen un gran calado, una dimensión mágica que me devuelve otra vez el tiempo, cuando unos seres humanos en tertulia en ese entorno de hechizo del Casino Antiguo, sillones butacas, ventanales, la chimenea, la impresionante escalinata central foco de luz en la Puerta del Sol para iluminar la ciudad. Palacio con tronío que un día nos entregó el arquitecto Francisco Maristany Casajuana nacido en Barcelona en 1897, casado con Mercedes --también Maristany-- en julio de 1928 y fallecido prematuramente en Castellón el 19 de octubre de 1950. Había creado espacios para el ocio y la fascinación en un lugar que había sido la cara exterior de la muralla medieval. En Castellón dejó sus tres hijas, Nuria, Mercedes y Montse, bien casadas con personas de familias muy significadas. Un día, las autoridades municipales y festeras habían elegido reina de las fiestas de la Magdalena a Mercedes, una forma de rendir homenaje de gratitud a los Maristany.

Me lo decía Eduardo Codina, antes de sus siete años de alcalde de Castellón: «Maristany diseñó y dirigió las obras de la gran reforma del Casino en 1923 y su reapertura fue un destacado acontecimiento de la cultura y de la sociedad, reforzando la autoestima de los castellonenses. Y aparecieron las glamurosas fiestas, bailes representativos, homenajes de acusado fervor, concierto y recitales de alto nivel… Por otra parte, mi padre fue el primer socio, al que se admitió sin tener una carrera superior…».

Fue el momento del suspiro de Codina, que aprovechó Carlos Murria para terciar: «El acontecimiento fue la boda de Eduardo cuando era delegado del Frente de Juventudes con Vicenta Moreno, que lo era de la Sección Femenina. Yo estuve en Lledó aquel día, donde Maristany había construido la espadaña para las campanas, también el Mercat Central, participó en el proyecto del Estadio Castalia, con su torre Maratón, el Tetuán 14 y los cines Rialto, Goya, Rex, Saboya…».

Por su parte, el singular Pepe Borrás Rubio, gran pintor de la escuela Porcar, socio destacado del Casino, abogado, decano del Colegio de Abogados, que quiso introducir una aclaración en la tertulia: «Bueno, en eso de obligar a tener una carrera superior para poder ser socio, hay mucho de leyenda. Es lo mismo que el de no admitir mujeres… Aquí siempre han venido las esposas de los socios, se han rendido homenajes a las reinas de las fiestas y, con el tiempo, se hará una cierta publicidad con el carnet de socia que se entrega a Dolores Guillamón».

Lo cierto es que aparecieron aquel día el ex ministro Ramón Serrano Suñer, el escultor Juan Bautista Adsuara y el médico y poeta Manuel Rosalén de quien luce hoy un preciso retrato que preside la biblioteca, en la segunda planta. Pero Borrás estaba en el uso de la palabra y quiso seguir:

--En esto de las tertulias es como lo de los clubs. Hacia 1791 París se llenó de clubs que debatían temas políticos y llegaron a influir poderosamente en la asamblea y sus decisiones...

--Bueno, bueno, Borrás, escuche, --era la voz de Serrano Suñer-- la corriente ilustrada que pretendía difundir ciencias de las llamadas útiles, revisar y modificar las ordenanzas de los gremios y organizar el comercio de forma más racional, encontró el cauce más apropiado para proponer las reformas al poder público. Tenían caminos paralelos, no hay que olvidar que la creación de casinos fue inspirada y generada por grupos de jóvenes románticos y progresistas.

Por su parte, el doctor Rozalén quería leer a los tertulianos su poemario sobre el pati de les Caputxines. Y lo hizo:

Pati de les Caputxines / on son els deu Zurbarans / Pati tot ple de silenciss / on s’escolta el respirar…!

Y así hasta el final. Lo del escultor Adsuara es otra historia. Tal vez es el único socio del Casino que fue nombrado socio de honor, con Fernando Herrero. Nació en 1891 y falleció el 17 de enero de 1973. Soltero, se llevó con él un desengaño amoroso con Emilieta Calduch a la que pintó un hermoso retrato. Y pudo por fin intervenir Carlos Murria, primer Secretario de la Junta Central de Festejos de la Magdalena en 1945. Y también lo fue del Colegio Apostólico, Els apostols, grupo tan significado y popular en las fiestas de la Magdalena.

Todo acabó aquel día con el nuevo recitado el poeta Rosalén:

La Plana es una donzella / que viu voreta la mar…! / La Plana es una doncella, / la tenen que festejar…! / De les muntanyes més altes / baixa un xic que es molt honrat, / Es el novio de la Plana / li diuen… ¡el Millars!