A finales de septiembre, Alejandro le contó a la psiquiatra que le atendía que, a sus 12 años, era un estorbo y quería quitarse de en medio. Tras esa confesión se ocultaban años de vejaciones y agresiones, un periodo de tranquilidad después de un cambio de colegio y, de nuevo, el trauma de encontrarse a sus presuntos acosadores, adolescentes, en su misma clase al llegar al instituto. El recibimiento de sus compañeros fue una nueva agresión que le causó lesiones en espalda y cuello. El menor no va a clase. Permanece en casa y sus padres han solicitado una orden de alejamiento contra sus acosadores.

El de Alejandro es el último caso (la agresión que sufrió una niña de Palma de Mallorca no es considerada bullying por la Administración balear, sino una pelea por una pelota en el recreo) de un problema, el del acoso escolar, que ya está en la agenda política. Esta misma semana, el Ministerio de Educación presentaba el teléfono contra el acoso escolar 900 018 018 y las administraciones (todas) han prometido mano dura para tratar de cortar de raíz la violencia en las aulas.

85 casos en la comunitat

En España, y según datos de la Fundación Anar, especializada en la ayuda a niños y adolescentes en riesgo, los casos de bullying se dispararon cerca del 75% el año pasado, hasta sumar 573. En la Comunitat valenciana, la Conselleria de Educación cifra en 86 los casos registrados durante el 2015. Son los casos más graves, pero entidades como la Asociación Valenciana Contra el Acoso Escolar (Avalcae) aseguran que hay muchos más. ¿Cuántos? Durante el curso pasado esta asociación con sede en Alicante recibió 1.200 llamadas de familias pidiendo ayuda. Todas tenían hijos que sufrían acoso en la escuela o en el instituto. Un centenar de esas llamadas se realizaron desde la provincia de Castellón. H