Los castellonenses celebraron ayer el día de Todos los Santos recordando a los seres queridos que ya no están. Los dos cementerios de la capital de la Plana se llenaron de flores que portaron los familiares para acompañar en estos sentidos días las tumbas de sus difuntos. En el camposanto de San José celebraron una misa tras la que hubo un responso en la cruz central. Al acto religioso asistió el obispo de la diócesis de Segorbe-Castelló, Casimiro López.

Desde primera hora de la mañana, las fachadas de las lápidas lucieron repletas de flores y los pasillos estuvieron llenos de gente, hasta bien entrada la tarde. Algunos adecentaron y decoraron las lápidas en días anteriores, por lo que dedicaron la jornada a acompañar a sus seres queridos. No fueron pocos los que llevaron su silla para estar junto a las lápidas. Las visitas fueron escalonadas, aunque se registraron puntos de más afluencia. Además, el buen tiempo favoreció el ir y venir constante de los vecinos.

Los castellonenses acudieron, mayoritariamente, haciendo uso del transporte público. El Ayuntamiento activó un operativo especial de tráfico que incluía un servicio de autobús circular que conectaba el parque Ribalta y los dos cementerios de la ciudad desde primera hora de la mañana hasta la tarde, conforme a los horarios de ambos cementerios.

No obstante, también los hubo que optaron por utilizar el coche particular, que pudieron estacionar en alguno de los aparcamientos habilitados en el entorno del cementerio de San José: uno junto a la Universitat Jaume I (UJI), otros dos en los viales junto al cementerio y una cuarta zona próxima a Viveros Molina.

Historia // La festividad del 1 de noviembre fue instaurada por la Iglesia católica a raíz de la gran persecución liderada por Diocleciano. En este sentido, en aquel periodo eran tantos los mártires provocados por el Imperio Romano entre los fieles cristianos que la Iglesia quiso establecer un día común para recordarlos y tenerlos presentes en la memoria.