María Bernarda Soubirous, más conocida como Bernadette o Bernardita de Lourdes, no podía creer lo que le sucedió aquel 11 de febrero de 1858, cuando fue a recoger leña a la gruta Massabielle, en Lourdes, al sur de Francia. Una ráfaga de viento fue la señal antes de ver una luz que salía del interior de la gruta, con la forma de una joven que hacía la señal de la cruz. Bernadette tenía 14 años y en seis meses la Virgen María se le apareció en otras 17 ocasiones. El 16 de julio de 1858 fue la última vez que Bernadette vio a la Virgen y, desde entonces, Lourdes se ha convertido en un lugar de peregrinación para católicos de todo el mundo, sobre todo para enfermos en busca de una cura milagrosa o de alivio a sus males.

Siglo y medio después, la reliquia de la niña a la que tantas veces se le apareció la Virgen llegó ayer a Castelló y lo hizo con ocasión del año dedicado a Santa Bernadette. Tras pasar por Segorbe, la Vall d’Uixó, Nules, La Vilavella, Les Alqueries y Vila-real, durante la tarde de ayer hizo parada en la capital en medio de una gran expectación. El obispo de la diócesis Segorbe-Castellón, Casimiro López, presidió una multitudinaria eucaristía en la concatedral de Santa María, con la reliquia a los pies del altar mayor y la imagen de la virgen y la fotografía a cada lado del presbiterio. Una homilía que estuvo a cargo del capellán de la Hospitalidad en Lourdes, Horacio Brito, quien recordó quién fue Santa Bernardita, de la que destacó su amabilidad, dulzula, bondad y caridad.

Tras la eucaristía, se celebró una procesión desde Santa María hasta el convento de las Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada, en la calle Núñez de Arce, donde la reliquia ha pasado toda la noche. Esta misma mañana partirá hacia Onda y el martes se despedirá de la provincia para viajar hasta la diócesis de Tortosa. De las 47 diócesis que visitará la reliquia, en la Segorbe-Castellón es en la que ha permanecido durante más tiempo.