La demografía es lenta. Se toma su tiempo. Pero también es tozuda y siempre llega a su destino. Y en Castellón ese destino no es muy halagüeño. La crisis económica dejó sin pilas al reloj biológico y la recuperación no ha sido capaz de reponerlas. La tasa bruta de natalidad se sitúa en la provincia en 8,03 alumbramientos por cada 1.000 habitantes, la cifra más baja desde 1975. Sus consecuencias se expanden como una mancha de aceite: los parques empiezan a vaciarse, en 14 municipios del interior no nace un niño desde hace al menos cinco años, y en muchas escuelas infantiles y colegios los alumnos escasean. Pero lo peor es que el remplazo generacional corre peligro. El año pasado en Castellón nacieron solo 4.569 bebés, una cantidad muy baja si se tiene en cuenta que hay 112.000 mayores de 65 años. Y para que ese relevo esté garantizado harían falta muchos más nacimientos. ¿Cuántos? Unos 7 más al día. 2.500 al año.

El Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) y la Fundación BBVA han sido los últimos en lanzar la voz de alerta. Sus investigadores han analizado el Índice Sintético de Fecundidad (ISF), que mide el número de nacimientos y la población femenina en edad fértil (de 15 a 49 años de edad) y han llegado a la conclusión de que en Castellón ha caído un 13,6% en los últimos diez años. «Se si comparan las cifras de ahora con las de 1975, la diferencia todavía es más abismas. «En 2018, ese índice se situó en Castellón en 1,3 hijos por mujer, mientras que en los setenta era de 2,6», explica Jimena Salamanca, economista del Ivie y autra del informe Evolución de la natalidad en las regiones y municipios españoles, que recuerda que para garantizar la estabilidad de la población se necesita un nivel de reemplazo de al menos 2,1 niños por mujer. En Alicante, número es de 1,25, mientras que en Valencia se sitúa en 1,23. A nivel nacional, los mejores datos para garantizar el relevo se dan en Melilla y Ceuta, mientras que los peores están en Orense y Tenerife.

UN REPARTO DESIGUAL

El índice de fecundidad en Castellón es de 1,33, pero el reparto por comarcas es bastante desigual. La zona de la provincia donde las mujeres tienen más hijos es el Baix Maestrat (1,44), seguida de la Plana Baixa (1.36), mientras que las comarcas con una tasa más baja son el Alto Mijares (0,99) y el Alto Palancia (1,19), según el Instituto Valenciano de Estadística.

La caída a la mitad del número de hijos por mujer se explica, en el caso de Castellón, por un menor número de nacimientos y también por el retraso de la maternidad a edades más avanzadas. «En los últimos 40 años, los alumbramientos han caído en la provincia en más de 2.000 cada año, una disminución que se da en todos los niveles de la edad de la madre por debajo de los 32 años, mientras que los partos de mujeres de 32 o más años se han incrementado», añade la economista, que recuerda las consecuencias de la falta de relevo generacional. «Al nacer menos niños que el número de personas que fallecen hace que la velocidad del envejecimiento de la población se incremente. Y las repercusiones económicas de esa realidad se refleja en que el llamado estado del bienestar, sobre el cual se asienta el mantenimiento de la población, se resiente».

Salamanca apunta a que las mujeres en Castellón son cada vez madres a una edad más tardía y las estadísticas le dan la razón. En 1976, y según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la edad media en la que las mujeres de Castellón tenían su primer hijo se situaba en los 24,9 años. Hoy la cifra está en los 31,03. Y otro apunte más: las féminas que son madres cumplidos los 40 se han quintuplicado en apenas un cuarto de siglo y ya son más que las que lo son a los 25 años. Para los expertos, la clave está en el retraso de las transiciones familiares. La emancipación llega cada vez más tarde porque el primer trabajo también se retrasa y el primer empleo estable llega pasados los treinta. Y con esa inestabilidad laboral resulta complicado dar el paso.

EL REINADO DEL HIJO ÚNICO

Las mujeres de Castellón tienen su primer hijo cada vez más tarde y, en muchas ocasiones, ya ni se plantean tener otro. ¿La consecuencia? Ser hijo único ha dejado de ser algo aislado para convertirse en una tendencia y en 40.400 hogares de la provincia convive una pareja con un solo hijo, algo impensable hace unas décadas.

La realidad es la que es y darle la vuelta a la situación no se antoja sencillo. Una de las claves está, dicen los expertos, en diseñar medidas de conciliación de la vida laboral y familiar.