La banca acelera su transformación hacia un modelo fundamentalmente virtual, a través de internet, y lo hace a un ritmo especialmente intenso en la provincia de Castellón, donde el cierre de oficinas ha doblado en el último año la velocidad del proceso que sigue el sector en España.

Según el informe que acaba de hacer público el Banco de España sobre la red física financiera al cierre del 2017, en territorio castellonense quedan apenas 331 oficinas de entidades financieras, frente a las 373 que había a 31 de diciembre del 2016, lo que supone el 11,2% menos, caída relativa que dobla holgadamente el descenso del 5% registrado por el promedio nacional.

De hecho, se trata de una cantidad de sucursales que representa menos de la mitad que las 671 que operaban en la provincia una década antes, en diciembre del 2007, del mismo modo que es preciso remontarse hasta junio de 1980, hace más de 37 años, para encontrar una cifra más baja, en este caso de 328.

No por anunciada, esta agonía del servicio presencial que, lejos de cesar, se intensifica, es menos importante, y anuncia un futuro en el que la atención personal en las sucursales será más bien testimonial. La razón base de esta evolución está en las consecuencias de la durísima crisis financiera que lleva, aún hoy, a los bancos a recortar costes fijos, entre los que destacan el personal y el mantenimiento de las oficinas.

El segundo eje se halla en internet y los avances exponenciales que las nuevas tecnologías de la información han vivido en los últimos años. Son la herramienta que permite el auge actual de una banca virtual que va a más a pasos agigantados y que, en paralelo, deja ya a muchos pueblos del interior sin ni siguiera un cajero para sacar dinero.