Fin de ciclo. La empresa JyP Balaguer, radicada en Vila-real, baja la persiana y, con ella, la provincia pierde a la última empresa en activo especializada en la fabricación de ladrillos para la construcción. Atrás quedan más de 40 años de trayectoria, una etapa dorada de esplendor que tuvo a través de varias generaciones de la familia Balaguer a su máximos exponentes.

“Antes de la vigente crisis de la construcción, la planta no producía suficientes ladrillos para dar servicio a todos los pedidos que recibíamos...”, dice a Mediterráneo José Martín, contable y administrativo de la empresa, con una alta dosis de nostalgia de épocas mejores y mucha resignación.

Pero hoy, la situación, tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, es bien diferente. “El sector de la construcción lleva siete u ocho años de crisis, no hay nada de actividad, no se construyen viviendas...”, explica quien se está encargando estos días de atender el teléfono con los últimos pedidos y hacer el papeleo final.

Las estadísticas ayudan a comprender la magnitud del problema de la empresa, en particular, y del sector de la construcción, en general. No hace tanto que en Castellón se visiban más de 25.304 proyectos de dirección de obra nueva. Corría el año 2007. En el ejercicio 2015, apenas 219.

“El gasto fijo de la producción es enorme, y con los proyectos que se realizan ahora no resulta nada rentable mantener nuestro negocio abierto, ni siquiera sumando las reformas”, continúa el administrador de JyP Balaguer, que cesará toda actividad en “los próximas días”.

El Boletín Oficial del Registro Mercantil (Borme) ya se ha hecho eco de la “liquidación” de la compañía, por “disolución voluntaria” de la mercantil de los socios, cuyo consejo de administración está presidido por Pascual Mezquita Balaguer.

Con el cierre de la planta, que daba empleo de 23 a 30 personas para producir, por ejemplo, las 12.000 toneladas/año que se produjeron en el 2008, la provincia pierde más que a una empresa. Eso sí, el contable resalta que la firma cierra “sin deudas, con todas las cosas bien hechas”.

Castellón pierde a la empresa de cuyo horno han salido los últimos ladrillos huecos, bloques, panales, rasillas, bardos... El último exponente de esa magia que los empresarios de esta tierra dominan tan bien como es la mezcla de arcilla, agua y fuego, y que en su versión mejorada a base de I+D+i ha dado pie a la boyante industria azulejera. De esta etapa de esplendor quedará en pie, bien visible desde la antigua carretera N-340, a la salida de Vila-real, su altísima chimenea, testigo de una etapa en la que los ladrillos se hacían a mano y se empujaban en vagonetas...

Y no es la única. Otras muchas son bien visibles en otros puntos de Vila-real, y también de Onda. La familia Balaguer estuvo detrás de muchas de ellas. Ahí quedan para la posteridad de lo que fue.

“¿Volver a abrir? Se verá”. Cesa la empresa, pero la planta no se desmantela. Solo el futuro tiene la respuesta. H