Sigue el invierno demográfico. Castellón registra la cifra más baja de nacimientos desde el año 2000. Así lo reflejan los datos que ayer dio a conocer el Instituto Nacional de Estadística. El fantasma de la despoblación persiste, pues las muertes, que van en aumento, siguen superando a los partos, que descienden en las comarcas castellonenses.

En concreto, en el 2017 hubo 4.780 nacimientos frente a 5.292 defunciones. Además, los alumbramientos registraron la cifra más baja desde el 2000, anualidad en que se llegó a 4.642. Desde el 2008 la natalidad va en caída libre solo aliviada entre 2015 y 2016, cuando aumentó muy levemente, pasando de 5.098 a 5.103. El año pasado, sin embargo, volvieron a descender (-233).

Por lo que respecta a las defunciones, van a más, pues en el 2016 se registraron 5.139 y en el 2017 fueron 153 más. En este caso, el comportamiento tuvo mayores altibajos, llegando en el 2015 a su pico máximo, con 5.382.

En el conjunto del país, la situación no es más halagüeña. Se contabilizó la tasa de natalidad más baja de la serie histórica, con 8,4 nacimientos por cada mil habitantes; y en el 2017 se registró la cifra de nacimientos más baja desde 1999. Nacieron 391.930 niños en el 2017, un 4,5% menos que en el 2016. Asimismo, fallecieron 423.643 personas (+3,2%). En la Comunitat, en la misma línea, aumentaron en el 2017 las defunciones un 4,9%, con 44.787, y bajó el número de nacimientos un 4,1%, hasta los 40.287.

El profesor de Geografía de la Universitat Jaume I, Francisco Javier Soriano, explica que, a tenor de estas cifras, «se mantiene una fase de crecimiento cero de la población o incluso crecimiento negativo». «La provincia de Castellón envejece y, por tanto, por pura ley biológica y aunque cada vez la esperanza de vida sea mayor, las muertes van aumentando. Los modelos estadísticos lo contemplan con claridad desde hace años», señala el experto.

LAS CAUSAS // En cuanto a los nacimientos, Soriano manifiesta: «Estamos en una fase de altibajos prevista en los modelos estadísticos, cuya previsión es el descenso más o menos continuado. Las razones son las mismas y se retroalimentan: generaciones menos numerosas en población llegan ahora a la época de la maternidad; retraso en la primera concepción (las mujeres tienen su primer hijo cada vez más tarde); dificultades percibidas de la maternidad/paternidad (económicas, asistenciales...); y una situación profesional y económica todavía un poco incierta».