Mi primer contacto con Miguel coincidió con el encuentro con José Alfonso Aledón y su gran aportación también al servicio del deporte castellonense. Y es que, entre los tres, compartimos un noviazgo primerizo con dos de las hijas del nuevo Delegado del Frente de Juventudes, don Javier Cerón. Tanto Marisa como Fina fueron novias de nosotros tres. Eran los años finales del 40 y puede que también al principio de 1950. El hecho es un recuerdo jovial y sencillo de unos años felices y un tanto inocentes. Yo soy más joven que ellos.

Bueno, el caso es que ahora, mi yerno Herme Cerezo, casado con mi hija Pilar Ana, acaba de publicar su quinto o sexto libro, en Valencia, donde viven, y en el que habla de la historia del balonmano en la Comunidad Valenciana, en tres tomos, uno por cada provincia. En el de Castellón --tomazo en verdad-- está toda la historia del balonmano masculino y femenino castellonense. Y en ella también emerge el protagonismo de Miguel Bernat, como excepcional jugador de balonmano, internacional además, representando a Castellón, muy meritorio.

Y todo ha provocado que nuestra proximidad en el Casino Antiguo, se convierta en cordial vecindad y sincera amistad.

Deportista internacional

Hace algún tiempo, en el 2013, hubo también una página para su padre, el conocido ‘Pepito’ y su pertenencia a la Banda Negra de la Caza, con un grupo de compañeros de gran significación castellonera, entre los que hay que recordar a Vicente Loras, los hermanos Roig, Julio Roca, Vicente Bellés, Cuevas, Viciano, Aguilar y algún otro de entre los destacados aficionados a la caza y al Tiro de Pichón a Caja, puede que todos nacidos ya en el siglo XIX.

La de Miguel hoy, es otra historia. Hay que recordar sus inicios en el mundo deportivo del balonmano, modalidad de once jugadores, en el Frente de Juventudes de Castellón, con el que se proclamó campeón de España en 1952 y destacó por su agilidad. También practicó el atletismo con pruebas de jabalina, disco y de lanzamiento. Fue llamado en balonmano para formar parte de la Selección Levantina, integrada por jugadores de Valencia y Castellón, jugando el 20 de mayo de 1951 contra un equipo de Zurich en el campo de la Ciudad Universitaria de Valencia. Y su gran relación con el entonces seleccionador español de balonmano, el alemán Hans Keiter, que llegó a convocar a Miguel para un Campeonato del Mundo y con el que coincidió en los años de ambos en Colonia, donde vivían.

La familia

Nació Miguel Bernat en Castellón el 9 de octubre de 1929, hijo de José Bernat Pascual y Pilar Armiño Gómez, que vivían en la plaza Tetuán. Antes lo había hecho su hermano José, otro Pepito, que ha tenido en vida también una cierta popularidad.

Con la guerra civil, la familia Bernat se trasladó a Holanda, en Roterdam. Un año después pasaron a Bruselas y allí en Bélgica cumplió sus necesidades económicas con la actividad comercial familiar en el mundo de la exportación agraria, naranjas de Castellón para Europa. No olvida Miguel que fue en Rotterdam donde empezó a aprender a leer y escribir en un colegio holandés.

Cuando apareció la Segunda Guerra Mundial toda la familia volvió a efectuar otro traslado, esta vez a París, donde pudieron aprender para qué son útiles las caretas antigás. Y en su momento, cuando todo parecía ya en paz, los Bernat volvieron a Castellón. Miguel aprovechó para, después de haber aprendido las primeras letras en alemán, holandés y francés, cursar el Bachillerato en el Instituto Francisco Ribalta. Y no tardó en conocer a Gloria Cortés, que vivía entonces en la calle San Francisco, carrer Talecons. Se hicieron amigos.

La vida sigue

A los 19 años, Miguel se incorporó al mundo del trabajo en la legendaria empresa de exportación GEASA, es decir, General Exportadora de Agrios, S.A. que, con el tiempo, se fue convirtiendo en la firma comercial más prestigiosa en su especialidad en toda Europa. Miguel estuvo desde el principio como colaborador ayudante de don Hipólito Beltrán, que envió al chico a Francia con el objetivo de impulsar la aceptación francesa a los productos españoles de Castellón. Estuvo en Cervére y otras ciudades cercanas como Marsella y tenía muy clara su misión. Había que entrar en contacto con empresas de Marruecos, Túnez, Argel en nombre de Geasa. Pero, pronto, tuvo que volver a Alemania, a Colonia y otros enclaves, acompañado esta vez con las familias de sus amigos Peris Agost y Juan Ballester Esteve, con quienes afirmó su capacidad en las operaciones comerciales de todo tipo.

Lo cierto es que Miguel Bernat estuvo siempre muy avispado durante sus años en Europa, una y otra vez, por unas u otras causas. Y tuvo siempre una obsesión, la de que a los trabajadores españoles que allí llegaban solamente ‘eran invitados a trabajar’. Y a nada más. Sin apenas derechos. Y eso le causaba mucha pena a Miguel y siempre hizo lo que pudo para ayudar a los demás.

Los ecos

En la familia, su esposa, los hijos y los nietos, han recibido muy a menudo los ecos de una de las grandes alegrías de Miguel en su vida pública. Y es que también fue nombrado Vicepresidente de la Cámara Española en Alemania, con la gran satisfacción de recibir la Cruz de Caballero del Mérito Civil, hecho acompañado por múltiples felicitaciones, oficiales y particulares.

Pero antes de que eso ocurriera, en 1959, otro hecho vital y trascendente embargó a Miguel de felicidad. Fue la boda en la Iglesia de la Trinidad, con Gloria Cortés Bou, muy conocida y querida en Castellón. Tuvieron tres hijos: Gloria Pilar, que contraería matrimonio con el también médico como ella, Juan José Llopis Borrás. Después, Miguel, que se convirtió en abogado y como tal ejerce. Y, con unos años de espera, Juan José, economista y funcionario bancario en la Caixa Bank.

Hay que añadir a la dinastía cuatro nietos. Son Paola, Gloria, Miguel y, claro, Pepito. Son la ilusión, la alegría permanente y la esperanza de la familia Bernat, esos seres humanos castellonenses, que tanto aprendieron en Europa, pero que están orgullosos de su vecindad en la plaza del Huerto de Sogueros, en el mismo corazón de Castellón.