El estado actual de la Confederación Empresarial Castellonense (CEC) está hoy en manos de la autoridad judicial que debe decidir sobre el plan de viabilidad que la entidad presentó para poder superar su concurso de acreedores y, con ello, evitar su liquidación. Pero la situación, lejos de resolverse, se ha complicado en los últimos meses con las bajas de numerosos socios, algunos de gran peso en la estructura interna de la patronal castellonense, como es el caso de la cerámica Ascer, o del transporte, entre otros.

La actual composición de la CEC apenas agrupa en este momento a una quincena de firmas y asociaciones empresariales de la provincia, lo que dificulta enormemente su supervivencia, ya que, entre otras cuestiones, basaba su plan de viabilidad en la conservación y ampliación de las cuotas y de la masa social que la sustenta. Los hechos han ido por el camino inverso y ya no cuenta ni con personal en plantilla, lo que algunos miembros señalan como «una muerte anunciada».