Una ceremonia sencilla e íntima sirvió ayer sábado para dar el último adiós a Andrés Marco Pallarés, que falleció en la noche del viernes. Castellonero de soca hasta en su carácter, guasón y alegre, Marco nació un 26 de abril de 1937 en la calle Obispo Caperó de la capital de la Plana.

Muchos lo conocieron en su taller de chapa y pintura, que regentó durante muchos años en la calle Concepción Arenal. Otros muchos vecinos lo llegaron a apreciar a raíz de conocerlo en su casa de la marjaleria, donde solía organizar fiestas en agosto, con trencaperols y baile incluidos, que hacían las delicias de grandes, pero sobre todo de los más pequeños del lugar.

«Sencillo, humilde, familiar y muy chiquero» fueron rasgos constantes del carácter del «orgulloso padre de la primera alcaldesa de Castellón», como su hija Amparo lo recordaba ayer en el tanatorio, donde amigos y los miembros del consistorio castellonense, además de otras personalidades, compartieron el dolor de la familia. Él fue uno de los mayores apoyos para que sus hijas avanzasen en la vida, siempre con la educación como «la llave que abre todas las puertas».

Marco deja viuda, dos hijas y dos nietas, Raquel y Claudia, que han sido su auténtica devoción durante sus últimos años de vida. Descanse en paz. H