Fue altamente reivindicativo, con la infrafinanciación a la UJI y a la Comunitat, con los Cercanías para sus estudiantes o la puesta en marcha de À Punt, en ocho años de rectorado de ajuste tras ajuste en las que el cinturón no se aflojó ni un solo día. Una situación que, lejos de crispar el campus, «lo unió más», según Vicent Climent, rector en dos mandatos (2010 y 2014), que explica que «la UJI trabajó y remó a una para contener el tsunami de la crisis, y fue esa voluntad de arrimar el hombro la que, como en su creación, consolidó la universidad como una obra coral». Recuerda a los «amigos que ya no están» y con los que compartió «camino», y ensalza a la «gent UJI», a la que da el «valor máximo».

Deja atrás «la voluntad de gestionar siendo altamente eficiente, la de lanzar los estudios de Salud en plena tormenta económica, y lograr que, ya que no teníamos dinero, fuéramos capaces de generar sinergias con la sociedad y las instituciones en general, y con los hospitales en particular para sumar calidad». Y siente «orgullo» de haber conseguido «media facultad, pero tenerla, un símbolo del tesón de la comunidad educativa contra la infrafinanciación», además de «abrir el Menador, junto con el Ayuntamiento, a la sociedad de Castellón. Y, «pese a las penurias», habla del «avance en la política investigadora, que nos ha hecho escalar en los ránkings hasta entrar en el más prestigioso, Shanghái; la apuesta por la cultura, las sedes, cátedras, el código ético y el compromiso con la provincia».