El comedor social del Centro de Intervención de Baja Exigencia de Castelló (avenida Vila-real, 18, de la capital de la Plana) es más esencial que nunca debido a la crisis provocada por la pandemia del covid-19. La entidad tiene como principal objetivo facilitar a las personas sin hogar con patologías adictivas asociadas una alimentación adecuada, cubriendo sus necesidades nutricionales, lo que es fundamental para seguir sus correspondientes tratamientos y, a menudo, garantizar su supervivencia. «Es un programa sociosanitario con atención residencial y ambulatoria, incluida la cobertura de necesidades básicas y, en concreto, alimentación mediante un comedor social abierto para desayunos, comidas, meriendas y cenas», comenta su directora, Belén Sánchez, quien agrega que «en esta época se ha incrementado la demanda de comida para llevar y asistencia domiciliaria con alimentos para evitar desplazamientos. Esta adaptación del comedor ha facilitado que personas en infravivienda puedan realizar el confinamiento por la pandemia reduciendo sus viajes al comedor, así como evitando que los residentes y personas en régimen ambulatorio se mezclasen».

«En cuanto a cifras, atendemos a unas 350 personas al año. Más o menos son unas 50 cada día, de las cuales aproximadamente el 75% son hombres y el resto, mujeres», explica Belén Sánchez.

Una estrecha colaboración

Este proyecto cuenta con la estrecha colaboración de CaixaBank, a través de su Acción Social, y la Fundación la Caixa, quienes desarrollan diferentes acciones de apoyo a los colectivos más desfavorecidos de la Comunitat Valenciana para paliar parte de los efectos provocados por la pandemia del coronavirus.

Las colaboraciones que vienen desarrollando ambas entidades se centran principalmente en acciones de ayuda para personas sin hogar, para familias con escasos recursos económicos y también con el colectivo de personas mayores.