Parece que han transcurrido cien años: Hubo en Castellón una llamada ‘revista urbana mensual’, cuya cabecera titulaba La Luna Latina. Situada su redacción en la calle Obispo Caperó número 15, aseguraba una tirada de 5.000 ejemplares al mes y su distribución era gratuita. Y entre sus varios anuncios comerciales, había una página en la que las inserciones publicitarias ‘no se cobraban por ser consideradas de interés social’. Y en ese espacio estaba el teléfono de la Inspección de Guardia, de la Información Toxicológica o la Clínica Alegret de Maternidad. Ya se ofrecían servicios de psicólogos, de videntes y de agencias matrimoniales. Incluía los teléfonos de las paradas de taxis. Y la programación de cines como el Astoria o el Azul, el Condal y los Cines Casalta, además del Teatro del Raval y hasta el Cine Bohío, de Benicàssim. Y acompañaba los teléfonos de Mediterráneo, Castellón Diario y Cicerón Castellonense. Vicente Meliá i Bomboí se responsabilizaba de la dirección. Y recuerdo un delicioso artículo de fondo firmado por Enrique Breva Pallarés, tan conocida y apreciada su familia en Castellón. Pero lo que me deslumbró y me arrastra hoy hasta aquí es un espacio titulado como el seudónimo de su autor: Clar y Net; así, con y griega. Y allí encontré a mi personaje: el fotógrafo y poeta París. Estábamos en 1990. ¿Tanto tiempo ha pasado?

VOLVER A VIVIR // Aparentemente lenta, la evolución del mundo de la fotografía no ha cesado, incluso al penetrar en el mundo informatizado como el actual. En 1857 ya en el Boletín Oficial de la Provincia de Castellón se insertó una especie de parte por el que se explicaba la técnica del nuevo descubrimiento, que permitía la reproducción con el color natural, la multiplicación de copias y la impresión en papel desde las primitivas láminas de metal con un baño de plata. En la provincia, en la capital de la Plana especialmente, gran número de buenos fotógrafos nos han venido mostrando los nuevos horizontes de la fotografía, con un capítulo especial para los que se convierten en reporteros gráficos de prensa, tan audaces a veces, tan intérpretes de la realidad de la historia de cada día, con nombres propios y hasta auténticas dinastías, cuyos recorridos vitales están en el ánimo de los castellonenses. Los álbumes familiares, las viejas cajas vacías de zapatos, algunas carteras de mano olvidadas están llenas de imágenes gráficas firmadas por nuestros fotógrafos, que nos ayudan a recordar, que es una forma de volver a vivir a través de la magia de la fotografía. En la Feria del Libro Antiguo que vuelve a lucir desde ayer en la plaza de Santa Clara, he percibido todavía el eco de las obras del fotógrafo París.

LA VIDA // El día 20 de agosto de 1915, nació José en Torreblanca, hijo de Jaime Francisco y Carmen Vicent. Antes lo habían hecho Jaime, Vicente y Carmen. Con el tiempo, José contraería matrimonio con Emilia Villena González. La boda tuvo lugar el 28 de noviembre de 1940 en Requena, de donde era natural la muchacha. Tuvieron dos hijas, María Luisa, que se casaría con José Lorenzo Mestre, y la pequeña, Isabel, que se casó con Herminio Sebastián. Estos dos matrimonios, dieron el fruto de siete nietos para los París: José Luis, Alejandro, Fernando, Jesús, Bárbara, Marisa e Isabel. Desde muy joven, el futuro fotógrafo mostró buenas aptitudes para la venta y se convirtió en Agente Comercial Colegiado, volcado en el ramo de la alimentación. Las representaciones de huevos y de embutidos fueron su especialidad primera, ya que, en una época de su juventud participó en una empresa de compra-venta en El Pardo, Madrid. Y en Valencia, en la calle Cirilo Amorós lo hizo igualmente en una firma concesionaria de automóviles. Pero su espíritu creador le hizo escribir pequeñas narraciones, poemas descriptivos, artículos de colaboración en varios periódicos hasta que, por fin, se volcó de lleno en ese mundo fascinante de la fotografía, que lo ha marcado.

LA EDAD DE ORO // Buscando acomodo en la vida, dio con su figura en Albacete. Y allí comenzó a vivir la edad de oro de su nueva profesión. Nunca nadie como él había hecho tantas fotografías tamaño carnet, para los nuevos documentos nacionales de identidad, el DNI. Con esa perspectiva, inauguró nuevos estudios en Castellón y en Valencia. Aquí, en la calle Trinidad número 8, tuvo su gran establecimiento durante quince años, al tiempo que los castellonenses teníamos ocasión de admirar su vitrina publicitaria en la calle Enmedio, en el muro de la iglesia de San Miguel, donde exponía sus creaciones artísticas, de gran impacto ciudadano. Y algo parecido ocurrió en Valencia, en un piso 5º de la calle Játiva, junto a la plaza de Toros. Cada día lo gozaba París como si se tratara de una eternidad. Estaba tan eufórico, engreído a veces, que hasta don Quijote tuvo que reprimirle desde su famoso libro: “Llaneza, muchacho, no te encumbres que toda afectación es mala…” Y en su ansia de grandeza, de conquista, ya con el sobrenombre de París incrustado en su piel y en su filosofía vital se fue a la conquista de las Américas, con destino a la Argentina y acomodo primero en Mar del Plata, alternando su estancia con Buenos Aires, capital, donde se consagró como autor literario, al tiempo que vivía estupendamente como fotógrafo. Él y su mujer, claro.

CLAR Y NET // Poseo fotocopias de certificaciones desde el Consulado General de España de Buenos Aires en las que se da curso a certificados de la Dirección Nacional del Derecho de Autor, en los que se le emiten compensaciones por su obra literaria titulada El Escritor y la referencia a su seudónimo como Clar y Net. Todo está fechado a finales de 1984, poco antes de que sufriera un aparatoso atropello por un autobús, en Buenos Aires. Ello precipitó el regreso a España, a Valencia y Castellón. Y, al reponerse, su actividad no tiene freno. En La Luna Latina alguien escribía que se trata de un ser mítico, superviviente de una especie en vías de extinción. Que es un caballero montado en una motocicleta multicolor, armado con una vieja cámara fotográfica que hace nacer del olvido Fotos París y que suele hablar de sus conferencias, de sus alumnos, de los libros que ha publicado y de sus proyectos para la juventud castellonense. Y es que, sabiendo la gran cantidad de seguidores que tenía, concibió un catálogo de comportamientos. H