La escena ocurre en una de las cada vez más numerosas oficinas compartidas que hay en Castellón. Es media mañana, hora de tomar café y estirar un poco las piernas. Dos jóvenes informáticos aprovechan para explicar que están trabajando en una nueva aplicación móvil. A su lado les escucha un desarrollador de software, que nada tiene que ver con ellos, pero que termina proponiéndoles que trabajen juntos en el proyecto. Tan fácil como tomarse un café a media mañana. Este es un ejemplo real de lo que significa el espíritu coworking, los espacios de trabajo compartido, tan de moda internacionalmente y en ciudades como Madrid y Barcelona y que, ahora sí, están poblando Castellón.

El cotrabajo crece sin cesar. En el mundo se calcula que ya existen 8.700 espacios de coworking de los que 900 están en España. Solo en Madrid hay más de 200 y la fórmula poco a poco se va extendiendo por Castellón. Pocas son las localidades de más de 10.000 habitantes sin oficinas compartidas. En la capital hay casi una decena. También las hay en Vila-real, Onda, Benicàssim o Vinaròs. Y cada vez son más visibles, incluso para los ojos de cualquier paseante. La razón es que muchas de ellas se han asentado en calles muy céntricas. Ronda Mijares, Plaza Tetuán... ¿Para qué alquilar una oficina por 500 euros al mes si puedes alquilar un puesto coworking por 70?

Pero, ¿qué es un espacio coworking? ¿Quién trabaja en este tipo de oficinas? A la mayoría el vocablo le seguirá sonando a chino, pero su filosofía se ha convertido en el punto de partida para muchos profesionales en proceso de reciclaje y para emprendedores, que lo ven como una opción productiva y creativa, además de rentable y barata. Estas incubadoras de ideas, con gastos compartidos, son ese lugar de encuentro a mitad de camino entre trabajar en casa y la aventura de hacerlo en solitario en una oficina demasiado grande y demasiado cara para una inversión inicial. El alquiler, las facturas de luz, agua, teléfono e Internet y los servicios extras se comparten al mismo nivel que se comparten las ideas, la experiencia profesional y los consejos.

EL PRECIO, LA GRAN VENTAJA

Pablo Carballeda y Samuel Vicent ocupan una de las mesas del espacio coworking del Centro Europeo de Empresas Innovadoras de Castellón (CEEI). Los dos se hacen cargo de la parte técnica de Take a Chef, una plataforma que cuenta con centenares de cocineros asociados que preparan sus mejores platos en cocinas particulares. «Es un espacio muy cómodo y económico», explican estos dos emprendedores. No es la única ventaja. «Lo mejor del coworking es que no estás solo, que puedes colaborar con otros emprendedores», describe Antón Ruiz, gerente de 3.000 Kilómetros, una agencia de viajes alternativos y para viajeros independientes, y que también cotrabaja en el CEEI, un espacio que nunca cierra, en el que trabajan doce emprendedores y que está al cien por cien.

Juanjo Pérez y Vicente Solsona abrieron hace un año Workers y lo hicieron en la plaza Tetuán de Castellón. «En la provincia cada vez hay más autónomos y más freelance así que pensamos en abrir un espacio de coworking», explica Traver. Hoy este céntrico espacio está ocupado por una treintena de emprendedores, la mayoría de sectores tecnológicos. «Las tarifas van desde 69 euros al mes por una mesa y una silla a los 175 de un despacho privado», describe. Los precios incluyen zona de almacenaje, uso de la sala de reuniones y gestoría fiscal.

Por razones parecidas, en enero de este mismo año, Raquel Saez abrió un espacio coworking muy cerca de la playa Torreón, en Benicàssim. «Clarísimamente ví que había una necesidad. Como autónoma y freelance me di cuenta de que en Benicàssim no teníamos ningún espacio coworking, así que abrí Dinamic», cuenta esta empresaria que se dedica a la organización de eventos. Hoy la comunidad Dinamic está integrada por fotógrafos, programadores, arquitectos, psicólogos... «El perfil de los profesionales es muy variado y estoy más que satisfecha. Lo más importante son las sinergias que se crean. Cuando uno empieza suele trabajar en su casa, en soledad, y lugares como Dinamic te dan la oportunidad de compartir espacio y, lo más importante, experiencias», resume la joven emprendedora.

CADENA DE FAVORES Y SINERGIAS

Pese a que lo que puede parecer inicialmente, quienes conocen bien esta filosofía de trabajo insisten en que el coworking es mucho más que compartir una mesa y los gastos de la luz o el agua. «La clave está en la colaboración de unos con los otros y los emprendedores se ayudan mucho unos a otros. Nunca sabes con quien vas a ejecutar tu siguiente proyecto», sentencia David Mora, de Estudio Base, en el número 11 de la Ronda Mijares de Castellón, con mesas desde 30 euros al mes. Además de ser un lugar de trabajo, en espacios como Estudio Base se programan talleres y cursos de formación para emprendedores.

En la capital los espacios coworking van a más y en municipios como Vila-real ocurre lo mismo. Efecte Vila-real, el centro de negocios de la Fundación Caixa Rural Vila-real, tiene seis espacios de cotrabajo. «Todos están completos. Incluso hay lista de espera», describe su director, Miquel Ortells, que argumenta que una de las claves del éxito es la flexibilidad horaria. «Uno puede venir a trabajar un sábado a las tres de la madrugada», apunta.

El coworking ha llegado a Castellón para quedarse y otra fórmula que triunfa son los viveros de empresas. El del CEEI, por ejemplo, también está al completo. «Las ventajas de estar en un vivero son varias. El alquiler es mucho más económico, pero además tienes a tu alcance asesoramiento, charlas y todo tipo de información», explican desde la empresa ArchiCeramic.