La reducción del límite a 90 kilómetros por hora en las carreteras convencionales entra este martes en vigor en Castellón ante una falta de consenso entre impulsores de la medida y usuarios de la vía. La reforma promovida por la Dirección General de Tráfico (DGT) baja de forma generalizada 10 km/h

la velocidad máxima en las vías secundarias (90 ahora para turismos y motos, y 80 para furgonetas, autobuses y camiones) con el objetivo de reforzar la seguridad vial y converger con la normativa establecida en Europa, mientras que los conductores dudan de su eficacia y creen que supondrá un aumento de las multas.

Una de las defensoras de la puesta en marcha de estos cambios, contemplados en el Real Decreto 1514/2018, de 28 de diciembre, es la subdelegada del Gobierno en la provincia, Soledad Ten. «Una menor velocidad implica una menor lesividad, sobre todo en las carreteras convencionales, donde este factor está detrás de un número importante de las salidas de vía», reivindica.

Una tesis con la que coincide la jefa provincial de Tráfico, Mercedes Peris, quien asegura que la reforma llega «en beneficio de todos». Gracias a este reajuste, la responsable de la seguridad vial en Castellón defiende que «la distancia de detención se reduce 14 metros y seguimos la tendencia europea en este tipo de vías».

En la otra cara de la moneda se encuentra el presidente de Automovilistas Europeos Asociados (AEA), Mario Arnaldo, quien anticipa que esta bajada de 100 a 90 km/h no es «adecuada» ni «eficaz». «La DGT demuestra una actitud perezosa: hace una reducción genérica de los límites en vez de analizar tramo a tramo los puntos más conflictivos de las carreteras convencionales. Más cómodo así, café para todos», critica.

El representante de los conductores acusa a Tráfico de plantear un «sofismo», ya que «es cierto que el 80% de los accidentes se produce en estas vías, pero el exceso de velocidad no es la causa principal de la siniestralidad».

Arnaldo advierte, sobre todo, del incremento de sanciones que va a acarrear esta medida. «Hay mucho arraigo en ir a 100. Si la gente no considera que esos límites son creíbles, no los va a respetar. ¿Qué implica esto? Aumentarán las multas, pero no disminuirán los accidentes», avisa.

Postura de las autoescuelas

Otra de las voces disonantes es la del presidente de la Asociación Provincial de Autoescuelas, Antonio Pertegaz, que también defiende que la rapidez al volante no «es por sí sola» la causa de los accidentes. «Estamos en épocas de reducción de velocidad y olvidamos la actitud del conductor. Las distracciones (estrés, uso del móvil...) son un factor mucho más determinante», dice, a la vez que vaticina que la entrada en vigor de estos topes puede traer consigo un aumento de los radares.

Un colectivo que también ha evidenciado su reticencia es el de los transportistas. El secretario general de la asociación Empresarial Castellonense de Transportes de Mercancías por Carretera (ACTM), Ignasi Riu, ya adelantó a Mediterráneo que los nuevos límites dificultarán los desplazamientos, ya que colapsarán las carreteras. «Contribuirá a saturarlas e impedirá que los turismos y los camiones circulen a mayor distancia entre ellos», alerta.

Cambian 100 señales en toda la provincia

La implantación del nuevo límite de velocidad a 90 km/h provoca cambios en la circulación de ocho carreteras de Castellón (tramo norte de la CV-10, CV-13, CV-17, CV-183, N-225, N-232, N-234 y N-340). Para actualizar las vías, la Subdelegación del Gobierno confirmó que se han sustituido 100 señales en toda la provincia (83 en carreteras de titularidad nacional y 17 de autonómica), con un coste cifrado en 17.000 euros. Las vías gestionadas por el Estado en las que ha habido que cambiar señalizaciones son la N-340 (53), seguida de la N-232 (15), la N-225 (12) y la N-234 (3 señales).

Otro aspecto a destacar es que tres de cada cuatro accidentes mortales que se registran en las carreteras de Castellón son en vías convencionales. Ese es el balance realizado por la Jefatura Provincial de Tráfico, que corroboró que el año pasado las muertes en vías interurbanas ascendieron a un total de 29, seis defunciones más que en el 2017, de entre las cuales 21 --el 72,4%-- perdieron la vida en la red secundaria.

El porcentaje cae ligeramente a nivel autonómico, aunque, de las misma forma, las carreteras convencionales también son las que monopolizan un mayor número de óbitos sobre el asfalto. De acuerdo a las cifras que dio a conocer el delegado regional del Gobierno, Juan Carlos Fulgencio, el 66% de los accidentes mortales de la Comunitat se registró en estas vías y la velocidad inadecuada fue «la causa concurrente en uno de cada cinco de los siniestros». Así, los 21 fallecimientos de Castellón que tienen su origen en la red secundaria se suman a los 39 de Valencia y los 27 de Alicante.

A escala estatal, en 2018 fallecieron 877 personas en estas carreteras. El accidente más frecuente fue la salida de la vía, que representa el 40% de los siniestros mortales --siete de ellos en Castellón--, seguido de las colisiones frontales, con el 27%.