El idilio entre Castellón y los motores diésel se ha roto. Empezó a hacerlo en el 2017, pero fue el año pasado cuando se firmó el divorcio. De los 19.542 turismos y todoterrenos que se matricularon en la provincia, apenas 5.808 (el 30%) fueron de gasóleo, la cifra más baja de las últimas décadas. En cambio, los coches con motores de gasolina llegaron al 65%. En el mercado parece que cada vez hay menos sitio para el diésel y la culpa la tiene la Ley de Cambio Climático, cuyo anteproyecto fue aprobado la semana pasada, y que prevé penalizar fiscalmente a esos automóviles. No obstante, el Gobierno ha reculado y ha aplazado la prohibición de este tipo de automóviles, prevista en un principio para 2040.

Las ventas de coches diésel se han desplomado y ese descenso empieza a notarse ya en los surtidores de Castellón. El gasóleo sigue siendo el combustible más utilizado en la provincia, pero sus ventas crecen a mucha menor velocidad que las de gasolina. Y quien lo corrobora es la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores), una entidad que depende del Ministerio de Transición Ecológica, y que revela que durante el 2018 se comercializaron en la provincia 313.635 toneladas de gasóleo A, un 3,7% más que el año anterior. Lo llamativo es que las ventas de gasolina se han disparado por encima del 8%, desde las 57.851 toneladas del 2017 a las algo 62.570 del año pasado.

EL COMBUSTIBLE MAS USADO // Las ventas de gasolina en los surtidores de Castellón crecen el doble que las de gasóleo, pero este último sigue siendo el combustible más utilizado. Un dato basta para entenderlo: el diésel supone cerca del 85%, un hecho que tiene que ver, sobre todo, con el tirón de la demanda de los vehículos profesionales, como camiones o furgonetas de reparto.

¿Pero qué hay detrás de este incremento del consumo de gasolina? La explicación fundamental hay que buscarla en la mayor penetración de este combustible en el parque móvil e Castellón. En el 2018 las ventas de vehículos de gasolina crecieron un 31,2% (un aumento por encima de la media española, que fue del 29,7%), mientras que las de diésel descendieron un 35,2%, igual que en España. ¿Las causas? Unas diferencias cada vez más estrechas entre el precio de ambos carburantes, la aparición de nuevos vehículos de gasolina que compiten con el gasoil, los menores costes de mantenimiento de un automóvil de gasolina y, sobre todo, lo que se ha bautizado como campaña de demonización del diésel, con anuncios de subidas impositivas o posibles prohibiciones.

LAS VENTAS SE DISPARAN // La demanda de gasolinas crece el doble que la del gasóleo y en Castellón se ha perdido el miedo al surtidor. Miedo por el gasto que comporta parar en una estación de servicio y llenar el depósito del coche, la moto, la furgoneta o el camión. Ese mismo miedo provocó que durante años el consumo de combustible cayera en picado en la provincia y lo hizo a la misma velocidad con la que se derrumbó la economía. Las cosas han cambiado y la mejora del empleo ha vuelto a llenar las calles y carreteras de automóviles. ¿La consecuencia? En el 2018 el consumo volvió a crecer y en la provincia alcanzó los mejores registros de los últimos seis años.

Durante el 2018, las estaciones de servicio de Castellón despacharon 424.780 toneladas de combustible, una cifra que supone un incremento respecto a la registrada un año antes, cuando se comercializaron 405.634 toneladas, siempre según la estadística de Cores. Se trata de la cifra más alta desde el 2011, un año que marcó un cambio de tendencia. A partir de esa fecha, el consumo empezó a retraerse a gran velocidad, sobre todo en el 2013. El cambio llegó en el 2015 y, mes tras mes, las cifras han evolucionado siempre al alza,

El consumo crece y lo hace, fundamentalmente, por la mejora económica. Es lógico: a más actividad, más vehículos en circulación y, lógicamente, más trabajo para las estaciones de servicio de la provincia. «Hay más de alegría y se va notando cada día. Basta con ver cómo van carreteras como la N-340 o la CV-10 para darse cuenta de que la circulación ha aumentado», aseguran en una estación de servicio de Vinaròs donde insisten, no obstante, que aún se está lejos de los consumos registrados antes de la crisis.