El nivel de contaminación ambiental ha aumentado en las últimas jornadas en Castellón, pero sin llegar a los límites que han llevado a ciudades como València a activar un protocolo por exceso de PM10, unas partículas también llamadas Black Carbon. Pese a que estos días se ha instalado una capa rojiza sobre la capital que los expertos llaman boina o smog, los niveles contabilizados hacen que los expertos descarten, por el momento, este tipo de medidas.

El catedrático de Climatología de la UJI, José Quereda, explica que el prolongado anticiclón «construye una cúpula que no permite que el aire se renueve», y provoca un empeoramiento de los parámetros que marcan la calidad del aire, puntualiza.

Ana Vicent, investigadora de la universidad castellonense especializada en contaminación ambiental, añade que en Castellón el principal problema se debe al tráfico rodado, y no tanto a una industria donde «estas cuestiones están muy reguladas», detalla.

Los peores registros de la provincia se encuentran en los municipios cercanos al anillo de carreteras que envuelve Castellón, con l’Alcora como municipio más afectado. Allí, el PM10 el martes y el miércoles se situó en 44 y 51 microgramos por metro cúbico (µg/m³), cuando el límite está en 50. No obstante, el peor día de noviembre fue el 17, cuando se alcanzaron los 61 µg/m³.

Son datos de las estaciones de la Xarxa Valenciana de Vigilància de la Contaminació Atmosfèrica de la Generalitat (XVVCAG), que también evidencia que el aire que se respira es peor en las afueras de Castellón que en el casco urbano. Así, en la estación de Penyeta se registran los peores datos, pero con 20 y 21 µg/m³ el martes y el miércoles aún están lejos del umbral a partir del cual el Consell activaría protocolos de alerta. Los datos son similares a los que existen en Benicàssim o la Vall.