La crisis castigó con fuerza a los jóvenes. Es más, los sigue castigando. En tan solo dos años, desde 2008 a 2010, la debacle económica expulsó a 12.000 profesionales de Castellón de entre 16 y 29 años del mercado laboral, y ahora que las estadísticas llevan un lustro re?ejando mejoras en el empleo, a los jóvenes les está costando más recuperarse. La tasa de paro de los que en la provincia tienen entre 14 y 24 años se sitúa en un 26%, y aunque las cifras son mejores que las de hace un lustro, casi duplican a la tasa de desempleo de la población general, que es del 14,3%. Para atajar el drama del paro juvenil, el Gobierno impulsó en 2020 un contrato especial para jóvenes sin formación, una modalidad que en Castellón cada vez está más en desuso.

Que el contrato de formación y aprendizaje tiene un uso residual en la provincia es algo que demuestran las estadísticas del Ministerio de Trabajo. De los 226.555 contratos que se firmaron en Castellón en el 2019, solo 408 fueron de formación, es decir, el 0,18%. Hace cinco años, la proporción era mucho más alta y solo en el 2015 se suscribieron 18.000. ¿Por qué se utiliza tan poco? La clave está en las altas tasas de temporalidad y también en la burocracia, que muchos empresarios consideran excesiva.

Mientras el contrato de jóvenes de formación se usa cada vez menos, los temporales (de obra o servicio o por circunstancias de producción) son los reyes absolutos del mercado laboral. Un dato: el año pasado los menores 25 años de Castellón firmaron casi 48.000 contratos temporales (la cifra no incluye los más de 10.000 de interinidad), una cifra que está a años luz de los poco más de 400 de formación y aprendizaje. Y eso que estos últimos están subvencionados. Las empresas pueden bonificar el 100% de los seguros sociales en sus contratos de formación si cumplen los requisitos establecidos en la ley, mientras que las compañías mayores de 250 trabajadores pueden bonificarlos al 75%. La cotización del contrato de formación es siempre fija y reducida: 109,39 euros al mes en 2020. El trabajador recibe formación relacionada con su ocupación y la empresa se la bonifica al 100%. Además, si el empleado pasa a ser indefinido, la empresa puede recibir 1.500 euros anuales durante tres años (1.800 si el asalariado es una mujer).

EDAD TOPE: 25 AÑOS // Este tipo de acuerdos laborales está dirigido a jóvenes de entre 16 y 25 años, (cuando la tasa de paro se situaba por encima del 15%, el tope de edad eran 30 años) y los aspirantes deben estar inscritos como demandantes de empleo y carecer de cualificación profesional reconocida por el sistema educativo o de formación profesional, ya que el objetivo de esta modalidad contractual es ofrecer un aprendizaje teórico y práctico.

La duración mínima de los contratos es de un año y su máximo es de tres, si bien existe la posibilidad de concertar hasta dos prórrogas. El período de prueba oscila entre los dos y los seis meses y, durante el primer año, el 75% de la jornada se dedicará al trabajo y el 25%, a la formación. Los jóvenes contratados bajo este sistema reciben una remuneración que se calcula según el tiempo de trabajo y el convenio colectivo.

Este contrato no es el único que, al menos en la teoría, sirve de puerta de entrada al mercado laboral. También está el de prácticas (el año pasado se suscribieron en la provincia 800 contratos de prácticas), pero está enfocado más para quienes tienen título universitario o de FP. El de formación y aprendizaje, en cambio, suele ser la vía de todos aquellos jóvenes que dejaron los estudios a una edad muy temprana.