Hay un viejo refrán que dice que la unión hace la fuerza. Y en el mundo empresarial ocurre exactamente lo mismo. A la hora de emprender o de acometer inversiones, siempre es mejor ir acompañado. Como también lo es decidir democráticamente cada paso que da la empresa. Por eso no resulta extraño comprobar cómo cada vez surgen en Castellón más y más cooperativas que engrosan un sector, el de la Economía Social y Solidaria, que está en un momento dulce. Aunque en la provincia la tradición cooperativista es amplia y viene de lejos (sobre todo en el sector agroalimentario) este tipo de empresas siguen avanzado con fuerza y se reivindica como una respuesta ética ante el escenario que dejó la recesión económica.

En Castellón, y según los últimos datos que maneja la Confederación de Cooperativas de la Comunitat Valenciana (Concoval) ya son 406 las iniciativas que trabajan con los criterios sociales y solidarios: priorizar las necesidades de las personas por encima del lucro y primar la contratación indefinida, la paridad, la sostenibilidad, el cambio social y la presencia en el territorio. Entre todas dan empleo a 8.777 personas de manera directa. Y en el conjunto del territorio valenciano son casi 2.200, unas empresas cuyas ventas anuales superan los 6.240 millones de euros, lo que representa el 6,1% del PIB de la Comunitat. «Cerca de 2,5 millones de personas están asociadas a cooperativas en la Comunitat, es decir, uno de cada dos ciudadanos es cooperativista», explican desde la entidad Concoval.

20 NUEVAS EN EL ÚLTIMO AÑO

Que el movimiento cooperativo, que ya demostró su solidez y fortaleza a lo largo de la crisis económica, sigue en auge es algo que demuestran las cifras que maneja Concoval. El año pasado se crearon en la provincia 20 nuevas cooperativas con medio centenar de socios fundadores, de las que 18 fueron de trabajo asociado. La cifra representa casi el doble que un año antes, cuando se originaron 12 con 26 socios.

De las algo más de 406 empresas cooperativas con las que cuenta la provincia, 214 son de trabajo asociado, una fórmula en la que los trabajadores son socios y empleados, todo a la vez. Por lo tanto, los dueños de la empresa. Los accionistas salen así del escenario para dejar la sociedad en manos de trabajadores y consumidores. La diferencia con una sociedad laboral es que la cooperativa nunca cuenta con socios capitalistas que no sean obligatoriamente trabajadores. «Las cooperativas de trabajo ya no son tan solo un recurso para las personas desempleadas, sino una alternativa válida en la que recalan autónomos y trabajadores por cuenta ajena casi por igual como vía para mejorar sus condiciones de trabajo», describe Emilio Sampedro, presidente de la Federación Valenciana de Empresas Cooperativas de Trabajo (Fevecta).

El mapa del cooperativismo en Castellón se extiende no solo geográficamente sino también de manera capilar. Hoy, este modelo de negocio abarca prácticamente todos los sectores productivos y las experiencias tradicionales en agricultura, educación, industria y vivienda están siendo superadas por emprendimientos novedosos. Un ejemplo. Mientras las cooperativas citrícolas han ido a la baja (en menos de veinte años las integradas en Asociex han pasado de 36 a 14 e históricas cono Nulexport se encuentran en un momento delicado) hay otros sectores que crecen. Y entre todos destacan los servicios, con cooperativas de trabajo dedicadas a servicios culturales, ocio y tiempo libre y desarrollo rural.

UN EMPLEO MÁS ESTABLE

Para los que defienden este modelo, las cooperativas son el futuro. Y lo son, dicen, porque ofrece empleo estable y de calidad. De hecho, la estabilidad de los puestos de trabajo en este modelo empresarial es superior a la media del resto de fórmulas, dado que el 87,5% de los trabajadores son indefinidos, según Concoval. Y hay más. El 90,8% de lo cooperativistas tienen jornadas a tiempo completo, mientras que buena parte de los puestos creados durante la crisis económica son a tiempo parcial.

El trabajo cooperativo también se caracteriza por estar mucho mejor posicionado en igualdad de género. El 47,% de los socios son mujeres y, además, y el empleo está muy repartido entre jóvenes y no tan jóvenes. El 36,1% de las personas que las integra tiene menos de 40 años y el 21,6% son empleados extranjeros.

Ante este auge, las Administraciones se han puesto las pilas y han empezado a impulsar subvenciones y programas de incubación. Betacoop, en la capital, es un ejemplo de ello y en sus primeros 20 meses de vida esta iniciativa del ayuntamiento de Castelló y Fevecta ya ha acompañado a once proyectos, compuestos por un total de 30 emprendedores. El Consell también ha hecho los deberes. «El Gobierno valenciano está apoyando al sector, no solo en lo que se refiere a su dotación presupuestaria, sino convocando en tiempo y forma las ayudas», sentencia Sampedro.