Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión. Así lo recoge el dicho tradicional.

Y, efectivamente, ayer, la celebración del Corpus (el sábado siguiente a ese jueves en Castelló) volvió a relucir en la capital de la Plana aunque de forma diferente al de otros años debido a la crisis sanitaria. No hubo procesión solemne por el centro de la ciudad que contara con la participación activa de vecinos, asociaciones o cofradías, ni autoridades y niños y niñas de Primera Comunión que, tradicionalmente, acompañaban en el desfile ni alfombras de flores realizadas por los ciudadanos para el paso de la carroza con la Custodia, pero sí la misma fe y emoción por parte de los asistentes al acto religioso. También bendición del Santísimo a los devotos. La situación provocada por el covid-19 así lo requirió y así se hizo, sin más remedio.

El obispo de la diócesis Segorbe-Castellón, Casimiro López, ofició la ceremonia a mitad tarde en la concatedral con una iglesia con asistencia de fieles y acompañado por el cura párroco y los vicarios de Santa María, entre otros sacerdotes. Tras la celebración eucarística, tuvo lugar la procesión presidida por el Santísimo por el interior del templo castellonense y, seguidamente, la solemne bendición a la población desde la puerta principal de Santa María. Fue, sin duda, una forma muy diferente de vivir uno de los eventos más importantes del año para los fieles católicos.

Así, y para continuar con esta conmemoración, para hoy está prevista la misma festividad pero en la catedral de la localidad de Segorbe donde las autoridades eclesiásticas encabezadas por el obispo llevaran a cabo la celebración siguiendo las mismas medidas de seguridad sanitaria.

Tras este fin de semana, habrá que esperar ahora hasta al próximo año para que la provincia de Castellón pueda volver a vivir el Corpus Christi de forma plena y como Dios manda en el mes de junio, como es habitual y antes de la llegada del verano. Con el permiso del coronavirus.