Paco tiene 75 años y asegura que hace tiempo que no ha visto nada igual. Sus olivos están secos. «Este invierno ni siquiera sé si tendremos aceite para casa. Irá justito», avisa este productor con tierras de cultivo en varios municipios del Baix Maestrat, la comarca que junto al Alto Palancia lidera la producción de aceite de oliva en Castellón. La Comunitat Valenciana cuenta con 91.000 hectáreas de olivar y 10 millones de árboles, de las que algo más de un tercio están en Castellón. De este cultivo viven unas 10.000 personas y de él dependen también decenas de almazaras y cooperativas. Pero este año, según los primeros cálculos de las organizaciones agrarias, la sequía hará caer drásticamente la producción de aceite. En el campo todo el mundo da por sentado que será una cosecha de miseria.

Si la temporada 2017-2018 acabó en Castellón con unas 6.000 toneladas de aceitunas, este año todo apunta a que la cifra se quedará en la mitad. «Aún no tenemos datos, pero la impresión general es que será mucho peor que la del año pasado y similar a la de hace dos, que también fue muy mala», apunta Hilari Jaume, oleicultor de Canet lo Roig y responsable de la sectorial de aceite de oliva de la Unió de Llauradors.

La culpa de que el próximo invierno escasee el aceite oliva la tiene la falta de lluvias. «El déficit de precipitaciones que se registró durante la fase de cuajado del cultivo, que se produce en la segunda mitad de la primavera, está detrás de esta merma en la cosecha, que en el conjunto de la Comunitat Valenciana se situará en un 50% respecto a la media de los últimos ejercicios, con un volumen global en torno a las 15.000 toneladas», pronostica Cristóbal Aguado, presidente de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA). Solo las parcelas de regadío (en el territorio valenciano apenas son el 18% del total) han podido compensar el déficit hídrico con puntuales riegos de socorro.

Pero una cosa es la producción prevista y otra, y muy diferente, los precios que van a recibir los productores de aceite de oliva. Y, en este sentido, tampoco se esperan grandes alegrías. Ya las hubo la campaña pasada. Pese a que las cotizaciones se han recuperado algo (esta misma semana el aceite de oliva virgen extra cotizaba a un precio medio de 2,7 euros por kilogramo), las cifras siguen estando lejos de las alcanzadas hace justo un año, cuando superaron los 3,8 euros. «En las últimas semanas los precios han remontado y lo normal es que no vuelvan a bajar», argumenta Jaume, que asegura también que la lógica hace pensar que a menor producción, precios más altos.

PÉRDIDA DE HECTÁREAS

Las perspectivas no son nada halagüeñas para un sector que en Castellón está de capa caída. Si en el conjunto del país la superficie ha crecido de 2 a 2,6 millones de hectáreas en los últimos 10 años (más del 60% de la producción nacional se exporta), en la provincia el cultivo se mantiene con una ligera tendencia a la baja. En el 2007 se contabilizaban en la provincia 34.112 hectáreas de olivar, según la estadística de la Conselleria de Agricultura y Medio Ambiente. La cifra suponía un 4% más que durante el año pasado, cuando eran 32.780. O lo que es lo mismo: 1.332 hectáreas menos en una década. Traiguera, Canet, Rosell o Sant Mateu son algunos de los principales municipios productores de la provincia. H