Mientras que el endeudamiento público no deja de crecer, los créditos concedidos al sector privado se hunden en la última década, una tendencia que en Castellón es sensiblemente más aguda que en la Comunitat o en el conjunto de España.

De hecho, el saldo de los préstamos vivos a empresas y familias en septiembre del 2019 en la provincia suman apenas 11.398 millones de euros, la friolera de 13.994 menos que en el 2009 o, de manera que la caída, brutal, es del 55%, mientras que la proporción del descenso en la Comunitat Valenciana es del 41%, según consta en el ultimo informe emitido por el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF).

En este sentido, el presidente del Colegio de Economistas de Castellón, Jaime Querol, apuntó que «se han incrementado las exigencias de garantías de la banca, algo que es normal y, aunque el precio del dinero sigue barato, la falta de confianza en el devenir económico también ha hecho que haya ido descendiendo el número de proyectos y de peticiones de préstamos».

Querol añadió como motivo para este acusado cambio de tendencia el hecho de que «los sueldos de hoy no son los que eran antes del inicio de la crisis económica», en el sentido de que ahora son mucho más bajos en proporción. Por tanto, indicó, «hay menos capacidad para el endeudamiento en la sociedad actual».

el entorno

En relación con esta evolución, el director adjunto del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), Joaquín Maudos, recordó por su parte que la reducción del crédito en el conjunto de España se ha situado en dicho periodo en unos 660.000 millones, lo que implica que el proceso ha sido más acusado en la Comunitat Valenciana si se toma como baremo ese 10% que suele representar la autonomía en el conjunto de España.

Durante los años de la bonanza, el sector privado recurrió en masa a la banca en busca de dinero, sobre todo para la compra de vivienda. Con la llegada de la crisis, las entidades financieras cerraron el grifo del dinero, endurecieron las condiciones y los clientes se embarcaron «en un brutal desapalancamiento» del que todavía no han salido.

Se ha devuelto buena parte del dinero que se pidió prestado, tanta que, pese a haber avanzado el país en la recuperación económica, los volúmenes de préstamos siguen en negativo. Así, la última vez en que los créditos registraron una evolución positiva fue en el 2008, cuando crecieron un 5,61% con respecto al año precedente. En el ejercicio del 2018, diz años después, el descenso relativo fue del 3,97%, aunque en el tercer trimestre del 2019 la caída descendió hasta un 2,81 %.

No obstante, Maudos precisó que la dinámica actual de reducción del endeudamiento del sector privado comporta un factor muy negativo: que los ciudadanos no se animan a invertir más. Esta última apreciación enlaza con la realidad de que los sueldos se han recortado de forma sustancial durante el periodo estudiado, en el que la inestabilidad ha sido otra constante, de modo que la cautela es uno de los rasgos que han cobrado mayor fuerza en lo que tiene que ver con planteamientos de endeudarse o no ante un futuro incierto.